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cruentos de la guerra civil durante esa misma década y, después, con la firma de los acuerdos de paz en 1992, ocupada por parte de excombatientes de la guerrilla y del ejército, bajo los dictados del Programa de Transferencia de Tierras desarrollado a partir del mismo año. Además, pobladores campesinos de largo arraigo en la zona hasta la guerra, regresaron a sus tierras tradicionales. Estas poblaciones sufrieron y siguen sufriendo condiciones de pobreza que significan un bajo nivel de resistencia y resiliencia frente a las pérdidas asociadas con las inundaciones, además de impedir la toma de medidas correctivas sin la injerencia y apoyo de actores externos, nacionales e internacionales, de la sociedad civil y de gobierno. Las pérdidas asociadas con la Tormenta Tropical Mitch excedieron por mucho los niveles de pérdidas históricas sufridas y estimularon un proceso de búsqueda de soluciones a un problema que reviste tanto características económicas y sociales como políticas. La zona está sujeta cada vez más a condiciones que pueden denominarse de "desastre", donde la población no reúne las condiciones y recursos necesarios para salir adelante sin apoyo externo.
La cuenca baja del Río Lempa se constituye en una región de riesgo múltiple, y por lo tanto requiere un proceso de desarrollo que convierta la riqueza natural en recursos para el desarrollo social, sin que -como hasta ahora ha sido- frecuentemente y a la vez fatalmente los recursos se conviertan en amenazas y el riesgo se conviertan en desastre. Como consecuencia, se ha tenido que documentar nuevamente la realización del riesgo en forma de daños con cada inundación y también con el reciente terremoto. A la pobreza generalizada y la falta de recursos se ha unido una inadecuada localización y una construcción de infraestructuras sociales y productivas que no incluyen en su perspectiva de desarrollo la reducción de los niveles de riesgo para salvaguardar vidas y haciendas.
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