LA SECUENCIA SÍSMICA DE AGOSTO A OCTUBRE DE 1717 EN GUATEMALA.

EFECTOS Y RESPUESTAS SOCIALES1

GIOVANNI PERALDO HUERTAS
Y WALTER MONTERO POHLY

In 1717, three earthquakes struck the city of Santiago de los Caballeros, Guatemala. One was produced by the eruption of the Fuego volcano, another was caused by cortical faulting, and the third was a subduction earthquake. Based on historical documents of that time, secondary sources, and specialized publications related to the subject matter, this essay studies the impact of these events on Colonial society and the response of the civil defense authorities.

The point is that the population's social vulnerability was due only in part to its poor adaptation to an active geological environment. Social factors also played a role. Following the earthquakes survival problems ocurred, like chronical food and housing shortage, triggered by people abandoning their homes, towns and lands. This in turn shows how strongly the native population depended on the principal urban colonial centers, seat of the dominant class: spanish and native-spanish people.

INTRODUCCIÓN

Durante el siglo XVIII ocurrieron importantes fenómenos geológicos que afectaron el desarrollo socioeconómico de la región centroamericana. Destacan los temblores que se presentaron por cerca de tres meses durante 1717, de los cuales los conocidos como los temblores del día de San Miguel fueron particularmente destructivos; aún hoy día se recuerdan como una de las crisis sísmicas más importantes de su historia. Afectaron la región central de Guatemala la cual tenía, y aún tiene, una alta concentración demográfica. Se trataba de una región con gran importancia administrativa para todo el Reino de Guatemala cuya capital,2 Santiago de los Caballeros de Guatemala, hoy conocida como Antigua Guatemala, sede del gobierno real y eclesiástico de toda esa región, fue la más afectada.

A partir de una revisión de las fuentes sismogeneradoras involucradas en esta crisis sísmica, en el presente trabajo estudiaremos los efectos que provocó en la infraestructura, su impacto social, las medidas de defensa civil adoptadas, la recuperación ante el desastre y la cosmovisión de ciertos sectores sociales. Además revisaremos la discusión política suscitada en torno a la propuesta de trasladar Santiago de Guatemala a otra zona alejada de los volcanes, para de esa manera "salvarla" de tales desastres. Fue esta última una de las consecuencias más importantes que generaron los temblores, pues constituyó el inicio de toda una discusión que se prolongaría hasta 1773, fecha en que finalmente se decidió el traslado y posterior fundación de Santiago de Guatemala en el lugar en que actualmente se encuentra la Ciudad de Guatemala.

METODOLOGÍA Y ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN

Cuando se realizan investigaciones sobre sismología histórica o cualquier proceso geológico histórico, la consulta de fuentes documentales primarias es esencial; si únicamente se investiga a partir de fuentes secundarias, se corre el riesgo de cometer errores interpretativos tanto de los fenómenos ocurridos como de sus efectos. Al mismo tiempo, debe cuestionarse el discurso de los documentos consultados y enmarcar el evento natural que generó un desastre dentro del contexto histórico en el cual ocurrió para, de esta forma, lograr una mejor interpretación de lo sucedido.3

De tal manera, el análisis de la información documental tanto en términos sociales como sismológicos, se debe realizar partiendo fundamentalmente de información primaria, proveniente de documentos escritos por diferentes sujetos de la época que den testimonio de lo ocurrido y permitan comparar diferentes discursos para tener una visión más completa de lo acontecido. Debido a lo anterior, las referencias de origen secundario tienen en este trabajo un peso relativo menor.

En el caso de los sismos de 1717, las fuentes documentales primarias que describen ampliamente los sismos y sus efectos fueron obtenidas en el Archivo General de Indias de Sevilla (AGI), particularmente el legajo 305. También se emplearon documentos provenientes del Archivo General de Centro América (AGCA), que se encuentra en Guatemala.4

LA SECUENCIA SÍSMICA DE GUATEMALA DURANTE 1717

Describiremos a continuación los temblores ocurridos siguiendo un orden cronológico, con el objeto de mostrar cómo evolucionó la secuencia sísmica. A partir de las descripciones localizadas para cada uno de ellos y sus características, los hemos clasificado en tres tipos, con base en el mismo número de fuentes sismogeneradoras: temblores volcánicos que acompañaron la fuerte actividad del Volcán de Fuego; temblores tectónicos, más fuertes que los anteriores, generados por fallamiento local cercano a Santiago de Guatemala y, por último, un sismo posiblemente de subducción.

Los temblores del 27 de agosto

El 27 de agosto entró en actividad el Volcán de Fuego,5 que se localiza unos 17 kms. al sur de la ciudad de Santiago de Guatemala. Aunque en la documentación consultada no se menciona explícitamente el nombre, algunas descripciones hacen pensar que fue éste el volcán que entró en actividad en esa oportunidad. La erupción consistió de importante emisión de lava y de material piroclástico:

El viernes 27 de agosto desde por la mañana empezó uno de los cuatro volcanes que cercan la ciudad de Guatemala a echar más humo del que regularmente echa, éste fue creciendo hasta que a la media noche empezó a echar tanto fuego, con tan grande estruendo y ruido [...] el estruendo de dicho volcán era con temblor continuo que movía las casas y la iglesia catedral como el más recio temblor.6

La cercanía de la población de Santiago al volcán, provocó que los temblores relacionados al incremento de la actividad volcánica explosiva, pudieran ser sentidos en esta ciudad como un movimiento continuo; no produjeron daño en Santiago de Guatemala, aunque causaron temor entre la población. Algunas citas de origen secundario sobre esta actividad han deformado la información lo cual, en muchos casos, ha provocado que se confunda este temblor con la secuencia sísmica de San Miguel, que veremos a continuación.7

Los temblores de septiembre

En septiembre el Volcán de Fuego seguía en erupción, pero comenzaron a sentirse otros sismos que fueron percibidos por la población de manera diferente a los anteriores:

el día cinco de septiembre, domingo antes de las cuatro de la mañana, hubo un temblor muy grande [...] a las cinco de la mañana hubo otro también muy largo, este mismo día estando en el sermón de la tarde en la catedral hubo otros dos y se fueron continuando de día y de noche [...] siempre venían con bramidos o retumbos que daba el volcán que estremecían la tierra con movimientos para arriba, que según Aristóteles son los peores y los más peligrosos.8

Este tipo de datos produjo una mezcla de información que, en realidad, correspondió a dos actividades geológicas: una volcánica y otra tectónica; ello explica la confusión de algunos investigadores en relación con los temblores de San Miguel. A partir de las descripciones, y particularmente de las citas anteriores, es posible distinguir estos últimos de los originados por actividad volcánica y aventurar algunas conclusiones como las siguientes:

a) la diferencia entre la fuerza de los temblores de septiembre y los sentidos en agosto; éstos se describieron como un movimiento continuo, en forma de vibraciones en el suelo producto de las fuertes erupciones, mientras que los temblores del 5 de septiembre se individualizaron debido a su mayor intensidad, aunque no causaron daños;

b) los retumbos pueden no haber provenido del volcán, sino estar asociados a los temblores precursores del terremoto del día 29 de septiembre, al cual nos referiremos más adelante;

c) el punto anterior se refuerza por la forma en que se sintieron estos sismos, pues se describieron con movimientos verticales, lo que sugiere una fuente sismogeneradora superficial y muy cercana a la población afectada.

Con base en lo anterior, consideramos que estas manifestaciones marcaron el inicio de una actividad de temblores de caracter tectónico, probablemente como una actividad premonitora del terremoto de San Miguel del 29 de septiembre.

En efecto, diez días más tarde de que la erupción y los temblores hubieran cesado, cuando la población había ya recuperado la calma, a las siete de la noche del día dedicado al arcángel San Miguel, la ciudad de Santiago de los Caballeros padeció uno de los eventos sísmicos más importantes de su historia. El documento describe de la siguiente manera la generación de estos temblores:

aquel día, después de la oración, sobrevino el primer temblor, que duraría medio cuarto de hora, aunque éste no hizo estrago y habiendo pasado por otro medio cuarto de hora sobrevino el segundo, igual en todo al primero [...] sobrevino el tercer temblor, éste y los demás causados de dicho volcán, viniendo todos y cada uno con tal ruido por debajo de la tierra, que parece se hunde ya ésta y más cuando todos han traído los movimientos para arriba [...] este temblor que con los otros dos duraron todos una hora entera.9

Como se observa, era común por entonces adjudicar a los volcanes la generación de sismos. En la descripción aparecen de nuevo ciertos elementos característicos de temblores tectónicos de fallamiento local, tales como la asociación de retumbos y movimientos verticales. La aseveración de que los tres temblores duraron una hora, puede significar que se produjo una actividad muy fuerte a nivel de temblores pequeños y temporalmente muy densa.

Al parecer, los tres temblores del día de San Miguel tuvieron magnitudes similares, aunque fue el último el que produjo los mayores daños. Lo anterior puede ser interpretado desde dos ángulos: que los temblores hayan tenido magnitud similar, pero que con el tercero de ellos las construcciones llegaron a su límite de resistencia ante las solicitaciones sísmicas seguidas; o bien, que el tercer temblor efectivamente haya sido mayor que los anteriores. A estos eventos sísmicos siguió una importante actividad de réplicas, típica en casos de fallamiento local: "La noche del temblor de San Miguel estuvo temblando hasta por la mañana, y continuándose los bramidos y de la misma suerte la noche siguiente hasta hoy catorce de octubre no han cesado."10

El temblor del 3 de octubre

En los documentos aparece un nuevo temblor, ocurrido el 3 de octubre del mismo año:

el domingo tres de octubre, día del Rosario, entre once y doce de la noche, hubo otro temblor tan largo como el último del día de San Miguel, pero éste no causó nuevo estrago, porque aunque tan grande como el otro, no tuvo los movimientos para arriba, si no a los lados, pues parecía la tierra en largo espacio y tiempo un mar con olas.11

Los estragos que causó este temblor fueron localizados en edificios que ya estaban fuertemente dañados. La percepción del temblor en forma oscilatoria y el no haber causado mayor destrucción, indica que ocurrió a una apreciable distancia epicentral de la ciudad de Santiago. Los reportes señalan que causó daños particularmente fuertes al templo de Guazacapán, poblado localizado hacia la región central pacífica de Guatemala, lo cual es muestra de que el temblor se originó más cerca de Guazacapán que de Santiago y, por tanto, se localizó en una fuente sísmica que pudo ser de subducción. No obstante, para el 14 de octubre de 1717 proseguía la generación de réplicas de los temblores de San Miguel, lo cual demuestra que la generación de temblores fue continua.

Efecto de los temblores en la ciudad de Santiago y sus alrededores

La figura 1 muestra la distribución de los sectores que fueron afectados en la ciudad de Santiago de Guatemala a raíz de los temblores de 1717. Es evidente que la mayoría de los daños se concentró en el área central y hacia la periferia del sector oriente de la ciudad. Los daños reportados en pueblos cercanos fueron similares; al respecto se informó que los sismos han causado gran ruina en todas estas provincias y sus contornos pues se han arruinado las iglesias, conventos y demás casas de la Candelaria, Santa Inés, Santa Cruz, Santa Isabel, San Cristóbal Alto y Bajo, Carmona, San Duan del Obispo, Ciudad Vieja, y los demás.12

Otras referencias permiten ampliar nuestro conocimiento sobre los efectos provocados tanto en Santiago como en pueblos cercanos a él,13 como por ejemplo en Santiago Zamora.14 Esta información permitió asignar una determinada intensidad a cada pueblo (con base en la escala de Mercalli Modificada), lo cual se presenta en el cuadro 1. Con base en este último, se confeccionó un mapa que muestra la ubicación de las poblaciones mencionadas y los epicentros propuestos para cada uno de los temblores mencionados en este ensayo (figura 2); se observan asimismo las isosistas que separan áreas de igual nivel de intensidad. Cabe mencionar que los números del mapa corresponden con la numeración asignada para cada localidad en el cuadro 1.

Efecto de los temblores sobre el terreno

Los temblores también causaron gran cantidad de deslizamientos y lahares.15 Algunos deslizamientos posiblemente provocaron avalanchas, favorecidas por la fuerte pendiente de las laderas del Volcán de Agua. Las avalanchas se encauzaron hacia los ríos y amenazaron a diversos pueblos localizados al sur de Guatemala. El documento que menciona estos deslizamientos, localizado en el AGI, refiere las evidencias que dejaron en las laderas de este volcán, tales como la formación de barrancas profundas. Dicho documento es de una gran riqueza descriptiva, como lo demuestra la siguiente cita:

con el temblor del día de San Miguel, reventó el volcán que la vulgaridad tiene por de Agua, abriendo por diferentes partes de él muchas bocas y despidiendo por ellas tanta agua por las partes que mira al pueblo de San Diego que hubiera anegado éste, los de Escuintla, Masagua y Mistán [...] que más era lodo amarillo de materia sulfúrea, palos, piedras y arenas [...] cogido corrientes por el río de Guacalate que es muy crecido, abriendo en la madre de él como dos cuadras de profundidad.16

Se señala que el cauce del río Guacalate se amplió, lo cual es indicativo del gran volumen de material transportado; se menciona además que en las laderas del Volcán de Agua se observaron las señas que dejaron estas avalanchas, las que se describen como sendas y barrancas muy profundas, que comenzaron en la cúspide del volcán y terminaron en su base.

No obstante, los deslizamientos y avalanchas de lodo no afectaron a la población ni a las haciendas: "todos los pueblos de aquellas partes hubieran perecido y las haciendas de campo con todo el ganado a no haber profundado [sic] la avenida las dos cuadras por donde desahogó".17 La ausencia de daños en poblados se debe a que éstos no se ubicaban a lo largo de las orillas y en las áreas de inundación de los ríos, situación que ha variado radicalmente en la actualidad, dada la expansión demográfica que ha transformado a dichos centros poblacionales en lugares altamente vulnerables.

Con anterioridad, avalanchas similares habían provocado graves daños en la primitiva ciudad de Santiago de Guatemala, originalmente ubicada en el sitio llamado de Almolonga, que por dicha razón debió ser trasladada. Las avalanchas de lodo que se produjeron en la ladera noreste del Volcán de Agua en septiembre de 1541, después de fuertes aguaceros que destruyeron este primitivo asentamiento, obligaron a los vecinos a mudar la ciudad.18 Es interesante observar que ambas avalanchas (1541 y 1717) se produjeron en el mes de septiembre, en invierno, coincidiendo con época de fuertes lluvias;19 lo anterior evidencia que en el área central de Guatemala existe amenaza de deslizamientos activados por fuertes lluvias y altas intensidades sísmicas.

EL PROCESO DEL DESASTRE

En este apartado analizaremos los lineamientos que, ante la presencia de la secuencia sísmica de 1717, siguieron las autoridades durante los periodos pre, durante y post desastre.

Periodo pre-desastre

Podemos considerar que este periodo comenzó al iniciarse la actividad volcánica, a finales de agosto de 1717, y prosiguió con la actividad sísmica tectónica de septiembre. El incremento, tanto en número como en magnitud de los temblores, seguramente provocó la reflexión de los habitantes de Santiago de Guatemala, en términos de adoptar medidas efectivas para prevenir y mitigar sus consecuencias, más aún considerando la experiencia que en la materia seguramente habían acumulado, dada la ocurrencia de fenómenos naturales destructivos casi desde la fundación de la ciudad.20

Sin embargo, los documentos no se refieren a ello, pues sólo mencionan una disposición adoptada por las autoridades reales, que consistió en prohibir el paso de carrozas, por la semejanza de los retumbos con el ruido producido por sus ruedas al pasar por las calles empedradas. Dicha medida intentaba disminuir la tensión entre la población. No obstante, no se mencionan medidas tendientes a mitigar los efectos de un posible desastre.

Por su parte, las autoridades eclesiásticas comenzaron desde el 27 de agosto, día en que empezó el periodo eruptivo del Volcán de Fuego, a preparar y llevar a cabo actividades como confesiones y procesiones generales de rogativa, novenarios, misiones de predicación, conjuros al volcán, todas ellas dirigidas a implorar la ayuda divina para que cesara la erupción y, posteriormente, los temblores de origen tectónico que se comenzaron a sentir desde principios de septiembre.

Estas medidas surgen de la estrecha asociación de los fenómenos naturales con un origen divino. Por ejemplo, el 16 de septiembre se efectuó una procesión general de penitencia en la que participaron 5,736 personas. En ella, el obispo de Guatemala pensaba salir ante el pueblo como penitente "con la cabeza regada de ceniza, corona de espinas, soga a la garganta, y cargando cruz" seguido, como era costumbre en ese tipo de actos, por algunos miembros del clero y de su cabildo eclesiástico.21

Estas medidas auxiliaban psicológica y espiritualmente a los habitantes de Santiago, al buscar la misericordia divina aunque, desde un punto de vista práctico, pueden ser consideradas como medidas pasivas al no disminuir directamente los efectos generados por un desastre,22 sobre todo en términos de pérdida de vidas humanas.

Durante el desastre

La descripción que se obtiene del discurso del documento durante el desastre resulta dramática, pues se hace patente una visión dantesca de las circunstancias vividas. Los vecinos salían de sus casas mal vestidos y abandonaban sus pertenencias; una verdadera marea humana de gente joven, ancianos y niños buscaban salvar sus vidas, en parte también acechados por la idea de que la ciudad se hundiría.

Inmediatamente después del temblor, las autoridades reales, siguiendo órdenes del presidente de la Audiencia de Guatemala, pusieron en práctica medidas que trataron de aminorar los graves problemas que empezaron a manifestarse entre la población. Entre las acciones ejecutadas casi inmediatamente después de ocurrido el desastre se mencionan las siguientes:

a) presencia de cuerpos de seguridad en la ciudad: se destacaron 100 hombres del ejército real para evitar robos o revueltas y garantizar el resguardo de los habitantes y sus pertenencias. Además, se visitaban los barrios suburbanos para conocer las necesidades que en esos lugares tenían;

b) abasto de la ciudad: el presidente de la Audiencia solicitó al obispo que proporcionara el maíz de la iglesia para alimentar a la población afectada, a lo que la iglesia accedió. Al respecto, los documentos refieren que "fue tal la falta de mantenimientos que no se hallaba por un peso un pan, ni una tortilla";23

c) evitar el encarecimiento de alimentos: es posible que muchos comerciantes o personas con ciertos excedentes alimentarios, hayan pretendido obtener jugosas ganancias aumentando, ante la escasez, sus precios. Esta aseveración está fundada en los documentos, pues mencionan que el presidente de la Audiencia tomó acciones en contra de este proceder oportunista "comprimiendo [sic] a los que han intentado subirles el precio";24

d) construcción de viviendas: se construyeron jacales o ranchos pajizos para los habitantes de la ciudad que habían quedado sin vivienda; para ello se usaron materiales livianos como horcones y cañas para confeccionar el armazón del jacal, así como paja y esteras para paredes y techos. Se les ubicó en un lugar estratégico, el campo de la Chácara, posiblemente por su cercanía a la ciudad y porque en él se podía concentrar a un gran número de familias;

e) restitución de los indígenas a sus respectivos pueblos: los indígenas habían abandonado sus pueblos y se presentó un decidido interés por parte de las autoridades para que regresaran a ellos relacionado, como se verá más adelante, con la producción y el abastecimiento de alimentos a la ciudad;

f) rescate de cuerpos: muchos cuerpos quedaron atrapados debajo de los escombros de las casas y edificios, por lo que era necesario su rescate para evitar la propagación de pestes.

Periodo post-desastre y de recuperación

Con relación a este punto, los documentos describen brevemente las disposiciones tomadas para la recuperación efectiva del núcleo urbano. En un informe enviado al rey, el presidente de la Audiencia mencionó varias de las medidas adoptadas para llevar a cabo la reconstrucción de la ciudad; entre ellas destacan:

a) restablecimiento del orden público, volviendo los habitantes a la ciudad de Santiago: efectivamente, sus pobladores regresaron nuevamente a la ciudad antes de abril de 1718;25

b) retorno de los indígenas a sus respectivos pueblos: aunque no se indica con precisión cuándo se hizo efectiva esta medida, ni cómo se llevó a cabo;26

c) motivar a los ciudadanos para iniciar la reconstrucción: el problema provocado por la escasez de vivienda fue grave, especialmente para la clase marginada; la gente vivía hacinada en el campo de la Chácara y sujeta, además, a las inclemencias del fuerte invierno;

d) reconstrucción de edificios públicos y religiosos, tales como la Casa de Moneda y algunos templos; al respecto se menciona que para abril de 1718 se celebraban ya misas en las iglesias de la ciudad de Santiago.27 El presidente de la Audiencia buscó entre la gente de los pueblos vecinos, peones (probablemente indígenas) para que llevaran a cabo la reparación de la ciudad, sin que se mencione la forma de pago utilizada. Es importante destacar la reparación de la carnicería, edificio vital dado que la venta de carne y el destace de reses constituía una importante actividad económica que no se podía realizar en otra parte; además la carnicería servía también como almacén de carne;28

e) refacción de las casas de habitación ubicadas en el centro de la ciudad: para garantizar su ocupación y en la medida de sus posibilidades, los vecinos comenzaron a reconstruir sus casas;

f) reconstitución del comercio de la ciudad.

Algunas cifras oficiales mencionan que los daños en los edificios públicos de la ciudad de Santiago fueron evaluados en 345,050 pesos.29 El sector eclesiástico, por su parte, consideró que el valor de la reedificación de la ciudad ascendió aproximadamente a cuatro millones de pesos.30 Al parecer, debido a la importancia política de la ciudad, no se escatimaron esfuerzos para reconstruirla.

La reconstrucción llevada a cabo en esta ocasión formó parte de una de las cuatro etapas constructivas por las que ha pasado la ciudad a lo largo de su historia, mismas que,31 temporalmente, coinciden con el mismo número de eventos especiales. El cuarto ciclo constructivo se ubica justamente en el periodo que va de 1717 a 1773,32 cuyos límites se corresponden con los temblores de San Miguel (1717) y con los de Santa Marta (1773). Al parecer, la ruina ocasionada por los temblores de 1717 fue aprovechada para realizar una transformación en el arte constructivo, lo cual se reflejó en un gran auge artístico en la construcción. Fue un periodo profuso del barroco tardío, caracterizado por una línea ultrabarroca o churrigueresca.33 Sin embargo, esta nueva experiencia sísmica en la ciudad de Santiago no consiguió adaptar la construcción al entorno geológico, pues estos estilos arquitectónicos son recargados en adornos de estuco que pueden fácilmente desprenderse y convertirse en verdaderos proyectiles al momento de un temblor.

EFECTOS Y RESPUESTAS SOCIALES ANTE LOS TEMBLORES DE 1717

En este apartado analizaremos, por un lado, el impacto que esta secuencia sísmica tuvo en la población y las diversas reacciones generadas en diferentes sectores de la sociedad. Por otro lado, revisaremos diferentes explicaciones que en la época se planteaban sobre el origen de los sismos para, al final, presentar cuál era la cosmovisión que diferentes etnias centroamericanas tenían sobre estos sucesos naturales.

El impacto diferencial de los sismos

Si se observa la sociedad como un todo, se determina que toda ella fue afectada por el desastre, especialmente por los daños en la infraestructura que tenía poca resistencia a las fuerzas sísmicas. El temblor principal provocó serios daños a edificios tales como iglesias y viviendas. La descripción de daños menciona que "arruinó todos los templos y casas de la ciudad [...] da horror ver las calles de la ciudad [...] por haber quedado todos los conventos e iglesias demolidas".34 Los sismos réplica y el temblor del 14 de octubre, terminaron de destruir los edificios que si bien habían quedado en pie, tenían daños importantes.

Sin embargo, no todos los sectores sociales fueron afectados al mismo nivel. El sector social mayoritario, el más desposeído y con escasos recursos económicos, fue el gran perdedor. Los mismos documentos coloniales demuestran claramente las enormes diferencias sociales y económicas existentes, evidenciadas por un impacto diferencial de la crisis sísmica sobre la sociedad. Prueba de ello son las referencias de defunciones que se generaron con motivo de haberse derrumbado gran cantidad de casas en los barrios pobres: "la mortandad [...] especialmente en los barrios de gente pobre por haberles caído encima las casas y a otras haberles cogido las paredes de los callejones estrechos, ha sido mucha".35

Este efecto diferencial del desastre es evidente en los documentos. En abril de 1718 las casas del centro estaban reparadas y habitables, mientras que los residentes de los barrios debían vivir en las casas de paja que para tal objeto fueron construidas. En el centro de las ciudades habitaban las "personas importantes", que tenían mayores recursos económicos para reparar los daños causados a sus viviendas, además de que las casas del centro no cayeron del todo. Lo anterior también se corrobora por el hecho de que no hay referencia de muertes entre "la gente principal", con excepción de dos monjas y una seglar en el convento de Santa Catarina.

Los daños en la infraestructura evidencian el comportamiento sísmico inadecuado de las obras arquitectónicas, especialmente porque se utilizaron materiales poco resistentes así como técnicas constructivas inapropiadas. España y América constituyen dos regiones con ambientes geológicos diferentes, con una actividad tectónica relativamente pasiva la primera y muy alta la segunda. La información proveniente de los documentos sugiere una planificación urbana inadecuada, dado que el diseño de las ciudades no fue adaptado a las condiciones sísmicas de la región mesoamericana. Los afectados por ello eran particularmente los barrios marginales. En efecto, la gente más pobre tenía, y tiene, que construir bajo sus propios medios y, con frecuencia, en los lugares menos adecuados, sin calles del ancho apropiado,36 de ahí que el desastre como tal fue favorecido por diversos factores sociales y económicos.

La vulnerabilidad de las ciudades coloniales fue muy alta debido a todo lo anterior. Tanto aquélla definida en términos socioeconómicos como vulnerabilidad por origen o debilitamiento, como la denominada vulnerabilidad progresiva, ocasionada por daños acumulados en las estructuras,37 han estado presentes entre las poblaciones centroamericanas, incrementando los efectos desastrosos de la incidencia de un determinado evento natural.

Resulta interesante mencionar uno de los efectos diferenciales que se hizo evidente en la fase post-desastre, y que consistió en mostrar la relación de dependencia que mantenían los españoles y criollos residentes en la ciudad de Santiago, para con los grupos indígenas y mestizos. Una de las causas de la falta de alimentos se debió tanto a la destrucción de molinos y hornos, como al desabasto provocado por el éxodo de los indígenas residentes en los pueblos cercanos a la ciudad. En efecto ésta, desde sus inicios, se constituyó en un centro de intercambio, debido que se generaron mercados donde se vendían productos que se cultivaban en los poblados periféricos a la ciudad y que abastecían a la misma.38

Dada esta relación de dependencia, el presidente de la Audiencia hizo un gran esfuerzo por regresar a los indígenas a sus respectivos pueblos y, con ello, restituir el abasto urbano de alimentos, sin que los documentos especifiquen cómo se llevó a cabo este proceso.39

Las manifestaciones religiosas

Las primeras respuestas al presentarse un fenómeno natural que provocaba temor entre la población, se manifestaban a través de actividades religiosas, particularmente de procesiones que cumplían dos objetivos: implorar la misericordia divina en los momentos de peligro y dar gracias al cesar la aterradora actividad de la naturaleza. La religión era así un medio a través del cual era posible cambiar el curso de un fenómeno natural.

Cuando comenzó la erupción del Volcán de Fuego el 27 de agosto de 1717 y ante la confusión general, "las gentes se confesaban a gritos en las plazas y calles";40 paralelamente, las autoridades eclesiásticas organizaron procesiones generales en todas las iglesias, sacando de sus altares a todas las imágenes milagrosas, incluido el Santísimo Sacramento. El 16 de septiembre se inició una serie de misiones de predicación por la ciudad y sus alrededores, actividad que estuvo a cargo de los sacerdotes del Colegio de Cristo Crucificado, una de las instituciones religiosas más fuertes de la época. Días más tarde, el día 29 de septiembre, pocas horas antes de generarse el desastre, clero y pueblo celebraron procesiones generales y misas en acción de gracias, tanto por tratarse de la festividad de San Miguel Arcángel como por haber disminuido desde 8 días antes la actividad volcánica y sísmica.

Otra actividad religiosa celebrada por el obispo en esa ocasión, fue una ceremonia para conjurar el volcán,41 la cual tuvo gran importancia entre todos los sectores sociales, pues en ella participaron los miembros de la Real Audiencia y el pueblo. Al parecer fue un recurso revestido de gran solemnidad que influyó de manera importante en los ánimos de la población:

se aplicó a conjurar dicho volcán, lo que repitió muchas veces, pero en el traje en que salió de su casa a la oración, y viendo que no tenían efecto sus conjuros, le inspiró Dios, que se vistiese de pontificial [...] se rindieron los dos elementos de fuego y tierra, aún antes de empezar el conjuro [...] estando la tormenta en su mayor aumento [...] al decir la oración con que se pone el pectoral [...] se bajó el fuego y se encerró en el volcán.42

Algunos conjuros coincidieron con disminuciones constantes en la intensidad de la erupción, lo cual aumentó la fe de la población en dichas ceremonias, tal como se constata en la siguiente cita: "el día diez y seis entre once y doce del día conjuró el obispo el volcán [...] dicho día cesaron los temblores con el conjuro".43 Más tarde, tanto las procesiones como los conjuros se mantuvieron de manera casi contínua, motivados por la persistente actividad sísmica.

El poder eclesiástico y el poder real ante el desastre

Tanto los representantes del poder real como del eclesiástico, además de participar en estas manifestaciones religiosas, se vieron involucrados en el planteamiento de una idea que sugería el traslado de la ciudad de Santiago. Esto originó una fuerte discusión entre ambos que afectó notoriamente la etapa post-desastre y de recuperación.

El obispo estaba de acuerdo con el traslado, mientras que el presidente de la Audiencia no lo apoyaba. Esto generó que se propagaran noticias infundadas con el ánimo de manipular a la población. Una de éstas, por ejemplo, indicaba que iba a ocurrir el hundimiento de la ciudad, rumor que comenzó a difundirse entre los vecinos de la ciudad un día después de originarse el desastre. Estos rumores estaban autorizados por miembros del clero, tal como lo denunciaron los representantes del poder real. El primer rumor provocó un éxodo masivo de la mayor parte de los habitantes "y así despavoridos, los vecinos salieron de la ciudad";44 se dice que de 40 mil habitantes de la ciudad, sólo quedaron dos mil. Al no haberse hundido la ciudad en el día indicado, se cambió la fecha del anunciado hundimiento con el objeto de que Santiago se despoblara y de que los vecinos que se habían retirado no regresaran. La versión de la parte eclesiástica se basaba en que el obispo había propuesto el traslado de la ciudad, motivado por la migración masiva de personas. Este hecho generó problemas en el restablecimiento del orden público y fue una limitante para que se diera una rápida recuperación de la ciudad.

Los roces se incrementaron; el discurso en los documentos muestra claramente la diversidad de intereses y opiniones que existieron entre los representantes de los dos poderes. Lo anterior demuestra la presencia de dos tipos de efectos interrelacionados: por un lado, los efectos del fenómeno natural sobre el medio cultural que ya se han descrito y, por otro, la manipulación de los efectos del fenómeno por parte de los sectores en conflicto.45 Lo que denominamos manipulación de los efectos del fenómeno, se hace patente en el tipo de comentarios que se hicieron circular para que los vecinos no poblaran nuevamente la ciudad y se evidencia también en diversas expresiones que aparecieron en las cartas escritas al rey. En una de ellas, por ejemplo, el obispo describía al presidente de la Audiencia como "un hombre falto de entendimiento, audaz, atrevido y que en nada habla verdad".46 Esta carta fue escrita un poco después de que la Real Audiencia enviara otra al rey, mencionando el "feliz estado" en que se encontraba la ciudad en ese momento.47 Al respecto, hay que destacar que la carta escrita por el presidente al rey fue enviada siete meses después de los temblores de San Miguel, tiempo muy corto para una reconstrucción tan rápida como la que se entresaca del discurso del documento. Se estima que este aspecto, junto con el exceso de elogios para el gobierno de la Audiencia, fue utilizado como medio de defensa ante los ataques del sector eclesiástico.

Todo esto generó una distorsión del estado del desastre de 1717. Encontramos dos versiones: la eclesiástica, que acusaba al presidente de la Audiencia de mentiroso, y la versión de las autoridades reales que hacían alusión al feliz estado de la ciudad. Lo anterior impide saber con claridad cuándo realmente se recuperó la ciudad de Santiago. Al final, el rey falló a favor de los representantes del poder real y no se llevó a cabo el traslado de la ciudad. Este fallo pudo deberse a dos razones: que los argumentos de la Real Audiencia fueran más convincentes y que la recuperación de la ciudad realmente hubiera sido relevante. No obstante, se considera que se hizo todo lo posible por reparar eficientemente los daños generados en la ciudad de Santiago de Guatemala.

La Real Audiencia buscó medios de financiamiento para la reconstrucción de la ciudad en las minas de plata de Tegucigalpa; pagó 16 mil pesos a mineros y operarios para extraer mineral, después de lo cual se hizo notar que era "patente el aumento que ha experimentado el Real Haber." En ello jugó un importante papel la reedificación de la Casa de Moneda, posiblemente para el procesamiento del metal. Al parecer, la suma de dinero obtenida por la explotación de la plata fue considerable, pues parte de las ganancias se utilizaron para reconstrucción de edificios y la otra parte, que ascendió a la suma de 50 mil pesos, fue enviada al rey.

Otro aspecto que inhibió una rápida recuperación del desastre en pueblos de indios localizados en la periferia de la ciudad, consistió en la dificultad que éstos tenían en materia administrativa para solicitar a la Corona ayuda económica para reparar iglesias y otros edificios. Con frecuencia los llamados "pueblos de indios", en tanto se recuperaban de las pérdidas sufridas por algún desastre, solicitaban dinero o bien exención del pago de tributos por un cierto tiempo; en estos casos, el fiscal de la Real Audiencia seguía un procedimiento que consistía en ordenar una provisión ordinaria de delegados de fábrica para una inspección formal de la o las estructuras dañadas y, con base en los resultados de la inspección, tomar la decisión, que podía ser favorable o no para el pueblo involucrado.

Como ejemplo se tiene el caso del pueblo de Guazacapán,48 cuyos vecinos solicitaron se les concediera una cuarta parte de los tributos para la reparación del templo, arruinado por los temblores del 29 de septiembre y por el del 4 de octubre de 1717, reforzando su pedimento con base en su extrema pobreza. Los oidores aprobaron esta petición, pero el fiscal de Real Hacienda indicó que debía enviarse certificación de lo ocurrido, a la vez que solicitó información sobre la posesión o no de bienes de comunidad por parte de los indígenas, lo cual debía averiguar el alcalde mayor del partido. Se decidió que el Corregidor del Valle debía proceder a realizar la inspección e informar lo concerniente, lo cual fue aceptado por los oidores de la Real Audiencia. Para realizar estas inspecciones o "vista de ojos", se designaba a "personas inteligentes" que, en este caso, fueron maestros en carpintería y albañilería, solicitando que se levante información de testigos albañiles y carpintería para que digan el estado de dicho edificio por causa de los temblores, necesidad de edificarse y su costo, cantidad de pesos, sin el trabajo que puede hacer el pueblo.49

Finalmente, el templo fue reconocido por el maestro carpintero Baltazar de Jaurique, quien expresó que el monto de los daños alcanzaba la suma de 800 pesos. También declaró el maestro de albañilería Hipólito Barrientos, cuya evaluación de los daños en materia de albañilería ascendía a mil pesos50.

El otro requisito se relacionaba con el estado de los bienes de comunidad, para considerar la solicitud de otorgar a los vecinos una cuarta parte de los tributos para la reparación del templo. Se calculó que dicha cuarta parte incluía: 156 tostones, un real y 17 maravedíes, 33 cargas y 29 zontes de cacao,51 72 fanegas y 9 almudes de maíz, 286 gallinas de castilla y 13 fanegas de maíz. En vista de lo reducido de dichos montos, el 7 de septiembre de 1718 la Real Hacienda acordó no dar lugar a la solicitud, mientras los indígenas de dicho pueblo no informaran sobre sus bienes de comunidad y en qué los habían invertido.

Los alcaldes ordinarios y demás principales del pueblo de Guazacapán volvieron a insistir; los autos continuaron pretendiendo que se les concediera un tercio de los tributos para reedificar su iglesia. En esta ocasión señalaron que "no tienen bienes de comunidad porque han padecido muchos años esterilidad de frutos",52 esgrimiendo además una razón de mucho peso, que consistía en afirmar que si las autoridades reales no aceptaban el pedimento, los indígenas migrarían a otros pueblos donde hubiera mejores iglesias, lo cual redundaría en pérdida de tributos para la Corona. Ante argumentos tan contundentes, el fiscal de la Audiencia revisó de nuevo los autos y el 19 de septiembre de 1718 concluyó que en definitiva se les podía conceder un cuarto del tributo sólo por un año "respecto de la esterilidad que se enuncia, porque siendo por más tiempo, no sólo experimenta perjuicio la Real Hacienda, sino que los indios a vista de ello no se aplican a tener efectos de comunidad".53

Interpretaciones coloniales sobre el origen de los temblores

En el periodo colonial se asignaba un origen divino a estas manifestaciones de la naturaleza. Mientras en la actualidad aún persiste esta creencia entre sectores socialmente marginados, en la Colonia esta idea era compartida por todos los estratos sociales. Temblores, erupciones volcánicas, deslizamientos y avalanchas, entre otros, eran castigos divinos por los pecados cometidos ("fue Dios servido que por nuestra grande culpa que un volcán que está inmediato a nuestro pueblo [...] echara tanta arena que cubrió todo nuestro pueblo"),54 o bien señas de que el juicio final había llegado ("Discurríase [...] que era llegado el día del juicio").55 Algunas veces se consideraba que la justicia divina, aún en estos casos, podía actuar con benevolencia: "a no haberlo dispuesto Nuestro Señor con tanta misericordia, que fuego, piedra, ceniza y arena no la arrojó en derechura a la ciudad, sino a los lados de ella".56

No obstante, se proponían diversos mecanismos para explicar la presencia de temblores y retumbos. Por ejemplo, se pensó que los generados durante la actividad sísmica de la noche del 29 de septiembre de 1717, habían sido originados dentro del volcán al desprenderse una gran cantidad de roca o algo muy pesado que caía hacia el centro de la tierra.

Otra teoría sobre el origen de los temblores, y que fuera punto de discusión para el traslado de la ciudad, planteaba que la gran cantidad de material que habían expulsado los volcanes originaba grandes oquedades que los debilitaban; lo anterior hacía que los vientos los movieran y, por tanto, que en los alrededores del área en cuestión temblara.

Una explicación que estaba sustentada en ideas europeas sobre el origen de los temblores, afirmaba que los espíritus y exhalaciones cálidas y secas de la tierra eran la causa de tales fenómenos. Esta fue una de las explicaciones propuestas en 1621 para el terremoto de ese año, que afectó la ciudad de Panamá, pues se consideraba que los lugares cálidos eran propensos a este tipo de fenómenos.

Algunas interpretaciones no estaban tan alejadas de las actuales. Al respecto cabe destacar la cita que, haciendo referencia al gran filósofo griego, menciona temblores "que estremecían la tierra con movimientos para arriba, que según Aristóteles son los peores y los más peligrosos".57 En efecto, dadas las características particulares de su entorno geológico, Grecia constituye un caso con enorme tradición escrita rica en cataclismos volcánicos y sísmicos. De Grecia a España y de ésta a América y a Guatemala, se transmitió un concepto que partió de un sabio que merecía (y merece) un gran respeto entre los diversos estratos culturales. Tal como se mencionó, Aristóteles consideraba que se podían distinguir, al menos dos tipos de sismos, siendo los de tipo trepidatorio los más serios en cuanto a los efectos o daños que pueden generar. Este concepto sigue teniendo cierta base científica aún en nuestros días.

El temblor y el volcán en la cosmovisión indígena guatemalteca

En América Central, el entorno geológico-geográfico ha sido parte de la cotidanidad del medio cultural. Como cualquier sociedad, aquélla anterior a la llegada de los españoles y asentada en lo que hoy es América Central, ha sido influenciada por el entorno natural y sus fenómenos tales como erupciones volcánicas, temblores, deslizamientos y el propio clima que, entre otros, se han constituido en elementos de su cultura y, por tanto, de la cosmovisión de los habitantes de esta región. Aún actualmente forman parte de la tradición oral y escrita de los indígenas centroamericanos, que se refleja, particularmente, a través de leyendas sobre temblores.

Existen varias tradiciones entre los indígenas guatemaltecos relacionadas con temblores. En el memorial de los cakchiqueles,58 se refiere una actividad sísmica importante ocurrida antes de la llegada de los españoles. Esta historia, mezcla de lo lírico y lo épico, relata que al llegar los emigrantes de la legendaria ciudad de Tula (en México) al lugar de la tribu de los ykomagi, en las cercanías de un paraje que llamaban Qakixahay (actual Alotenango), estaba temblando la tierra. Ello provocó un gran temor a los indígenas guerreros y cortó el enfrentamiento bélico contra los ykomagi. Otros indígenas, compañeros de los anteriores, salieron en busca de un personaje llamado Tolgom a quien encontraron en otro paraje desconocido, donde también estaba temblando. A Tolgom se le identificaba como el hijo del lodo que tiembla. Este personaje fue sacrificado y sus restos depositados en el lago de Atitlán.

Otras tradiciones de los indígenas de la población de Rabinal y alrededores de Guatemala, están basadas en mitos relatados por los mames (ancianos).59 Uno de ellos consiste en la creencia de que el mundo está sostenido sobre los hombros de cuatro gigantes que, cuando se cansan de sostener al mundo, cambian la carga al otro hombro y es cuando se producen los temblores, o sea el Kab-Rakan. Otro mito refiere que en los alrededores existen cerros célebres, que llaman el Tun Caj, el Ximbajá y el Cambá. Cuentan que estos cerros retumban por los meses de abril y mayo, lo cual les hacía pensar que estaba cerca el invierno y que el aguacero caería a los pocos días; así, los indígenas permanecían a la expectativa de los retumbos de estos cerros. Esta tradición es importante porque, como se observó anteriormente, los retumbos que provienen de los cerros pueden estar relacionados con actividad tectónica.

Reforzando lo anterior, existen otras referencias sobre los ruidos que provienen del interior de la tierra. Una de ellas, proveniente de la tradición de los pokomanes, indígenas que se encuentran cerca de Rabinal,60 hace referencia a Mam, una deidad del inframundo representado por un cerro grande que llaman Xucaneb, el cual hace un ruido sordo a manera de trueno por debajo de la tierra. Ellos dicen que es Mam que sueña. Algunos indican que el ruido que se escucha viene en la dirección del Golfo de Honduras.

También los volcanes están presentes en la tradición de los cakchiqueles de Guatemala,61 los cuales creían que uno de sus padres era el volcán.62 Para ellos Gagavitz, cuyo nombre significa "cerro de fuego" y que se interpreta como volcán, fue uno de los primeros padres de este grupo étnico. Incluso, los indígenas pudieron integrar los fenómenos eruptivos, en los cuales se eyectan materiales que vienen del interior de la tierra, dentro de su cosmovisión como un beneficio, ya que pensaban que existía un reino subterráneo de gran belleza y poder llamado Xibalbay (rico, magnífico),63 de donde provenía la obsidiana, un producto volcánico con el cual fabricaban armas punzo-cortantes para usar en la caza y en la guerra, que se convirtió en un producto geológico vital.

De esta manera, todos los elementos aparecen asociados, razón por la cual el indígena consideraba al volcán como un padre. Estas concepciones hicieron que las manifestaciones naturales fueran tan importantes para el indígena y, por tanto, aceptadas como parte fundamental de su existencia.

CONCLUSIONES

Del análisis efectuado a partir de la documentación primaria, es posible integrar dos áreas del quehacer intelectual: las ciencias naturales y las ciencias sociales. Analizar el evento sísmico de 1717 dentro del contexto histórico en el cual ocurrió, permite entender mejor la sismicidad histórica de una determinada región y su interacción con el medio cultural, así como discernir sobre posibles fuentes de error que induzcan a interpretaciones sismológicas inadecuadas que, en su mayoría, surgen por:

a) analizar únicamente fuentes secundarias que pueden incorporar errores de información;

b) basar el análisis en una única versión sobre los acontecimientos, aun cuando esta versión provenga de documentos primarios; no se debe olvidar que los testigos siempre perciben los hechos de manera diferente debido a su estado de ánimo o a intereses creados;

c) tomar el discurso del documento primario sin un cuestionamiento histórico previo;

d) pensar que nuestro ambiente cultural es idéntico al que existía en una determinada época en que se produjo un temblor destructivo y desconocer o ignorar un evento sísmico destructivo temporalmente cercano a la época de estudio.

Utilizando estos criterios se interpretó la secuencia sísmica de 1717 y los efectos provocados en la sociedad colonial guatemalteca.

Geológicamente, se identificaron tres fuentes sismogeneradoras activas durante la crisis sísmica que afectó Guatemala entre el 27 de agosto y el 14 de octubre de 1717. Una primera fuente relacionada con la actividad volcánica entre agosto y principios de septiembre de 1717, que no causó daños en la ciudad de Santiago de Guatemala. La segunda, de tipo tectónico y relacionada al fallamiento local, se manifestó desde inicios de septiembre, cuyo evento principal fue el terremoto de San Miguel del 29 de septiembre de 1717,64 que causó el desastre de Santiago de los Caballeros y grandes daños en poblaciones cercanas. Finalmente, el 3 de octubre de 1717 se produjo un sismo, posiblemente de subducción, que afectó principalmente al pueblo de Guazacapán.

Estos temblores evidenciaron varias deficiencias estructurales y administrativas de las ciudades coloniales centroamericanas. Aunque Santiago de los Caballeros de Guatemala fue la cabecera administrativa de la Capitanía General de Guatemala y, por ende, una de las ciudades más importantes de la América Española afectada casi desde sus inicios por sismos y eventos volcánicos, las autoridades coloniales fallaron en dotarla de condiciones de planificación urbana y de sistemas constructivos favorables para disminuir su vulnerabilidad. Evidencia de ello fue la mala planificación urbana y la implantación de un sistema de construcción y arquitectura que no podía ser funcional en ese medio, como lo demuestran los documentos analizados.

La falta de planificación se evidencia en el impacto diferencial del desastre, ya que fueron los grupos marginados de la sociedad las principales víctimas del terremoto de San Miguel.

Este desastre evidenció la fuerte dependencia de la ciudad para con los grupos indígenas, pues eran ellos quienes abastecían a la ciudad de productos agrícolas que sembraban en los pueblos circunvecinos. Un gran error administrativo fue que la ciudad no contaba con reservas de granos u otros alimentos para tiempos difíciles, lo que se hizo patente en la escasez alimenticia que la población sufrió a raíz del terremoto del 29 de septiembre. Esta dependencia también se evidenció en el interés que el gobierno real puso en restablecer a los indígenas a sus pueblos. Ellos eran indispensables en situaciones de desastre, sobre todo para la realización de trabajos pesados tales como limpiar de escombros las calles y reparar los edificios. Esta situación se ha observado en otros desastres a los que se ha visto sujeta la ciudad de Santiago en diferentes épocas de su historia; por ejemplo, en el temblor de 1607 se obligó a los indígenas a trabajar en la reconstrucción.65

En cuanto a las medidas pre-desastre, fueron de tipo religioso y obviamente no evitaron pérdida de vidas o la gran carestía alimenticia posterior al terremoto. Es importante destacar la pasividad de las autoridades reales al no tomar medidas tendientes a la protección de los habitantes ni de la ciudad ante un posible desastre. Estas medidas fueron tomadas sólo cuando el desastre se produjo. Esto hace pensar que los habitantes de Santiago no fueron capaces de asimilar experiencias pasadas. En tiempos recientes, Guatemala ha padecido terremotos destructivos que han impactado su desarrollo, tales como los temblores de 1943 y 1976 cuya destrucción, similar o mayor a la originada por los temblores de 1717, evidencia que aún hoy es sumamente vulnerable a este tipo de acontecimientos geológicos.

CUADRO 1: EFECTOS DE LA SECUENCIA SÍSMICA DE 1717

LOCALIDAD INT COMENTARIOS (MM) 1 Guazacapán VI+ Templo arruinado con los temblores del 29 de septiembre y el del 3 de octubre 2 San Gaspar VIII Templo y convento caídos Vivar 3 San Cristóbal VII El templo quedó en mal estado Amatitlán 4 S. Cruz Balanyá VII Templo destruido 5 San Andrés VII+ Templo quedó arruinado Izapa 6 Santiago Zamora VII+ Templo destruido con los terremotos de septiembre 7 Alotenango IX Destrucción total. Arrancados de raíz árboles gruesos y "se halla hendida la tierra" 8 Chimaltenango, V Los temblores no causaron estrago alguno 9 Comalapa, 10 Tecpán, 11 San Martín Xilotepeque 12 Antigua VIII+ Destrucción parcial de la ciudad 13 Patzicia VII Daños han disminuido los tributos 14 Candelaria VIII Casas, conventos y templos dañados 15 Santa Inés VIII Casas, conventos y templos dañados 16 Santa Cruz VIII Casas, conventos y templos dañados 17 Santa Isabel VIII Casas, conventos y templos dañados 18 San Cristóbal VIII Casas, conventos y templos dañados Alto y Bajo 19 Carmona VIII Casas, conventos y templos dañados 20 San Duan del VIII Casas, conventos y templos dañados Obispo 21 Ciudad Vieja VIII Casas, conventos y templos dañados

CUADRO 2: PRINCIPALES TEMBLORES Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS QUE AFECTARON A SANTIAGO DE GUATEMALA ANTERIORES A 1717 (66)

EVENTOS EVENTOS COMENTARIOS SISMICOS VOLCANICOS 1565-08 y 09 Sismos precursores, daños parciales en edificios 1575 Sismos precursores y daños parciales en edificios 1581-12-26 Volcán de Fuego, ceniza en gran proporción 1582-01-14 Volcán de Fuego, coladas de lava y ceniza en gran cantidad 1585 - 1586 Secuencia sísmica importante; destrucción parcial 1607-10-09 Destrucción parcial 1651 Sismos precursores y daños 1663-05-01 Destrucción parcial 1689-02-12 Destrucción parcial 1705-02-01 Volcán de Fuego, ceniza en gran cantidad

FIGURA 1: DAÑOS CAUSADOS POR EL TERREMOTO DEL 29 DE SEPTIEMBRE DE 1717 EN SANTIAGO DE GUATEMALA

Fuente: Traza de la ciudad con base en Pardo, 1969.

FIGURA 2: MAPA DE INTENSIDADES PARA EL TEMBLOR PRINCIPAL DEL 29 DE SEPTIEMBRE DE 1717

Fuente: Peraldo y Montero, en preparación.

ARCHIVOS CONSULTADOS Y BIBLIOGRAFÍA

ARCHIVOS:

Archivo General de Indias, Sevilla (AGI)

Gobierno, Audiencia de Guatemala

Patronato Real

Archivo General de Centro América, Guatemala (AGCA)

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

FELDMAN, LAWRENCE

1988 Master list of historic (pre-1840) earthquakes and volcanic eruptions in Central America, informe inédito. GRASES, JOSÉ 1974 Sismicidad de la región centroamericana asociada a la cadena volcánica del Cuaternario, tesis doctoral en Ingeniería Sísmica, Organización de Estados Americanos/Universidad Central de Venezuela, Caracas. INCER, JAIME 1990 Viajes, Rutas y Encuentros 1502-1838, Editorial Libro Libre, San José, Costa Rica. LUTZ, CHRISTOPHER 1982 Historia sociodemográfica de Santiago de Guatemala 1541-1773, Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica, Guatemala. MILLES, SUZANNE 1983 Los Pokomanes del siglo XVI, Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala. MUSSON, R. 1986 "The use of newspaper data in historical earthquake studies", en: Disasters, 10(3):217-223. PARDO, JOAQUÍN 1969 Guía de Antigua Guatemala, 3a. ed., Editorial José de Pineda Ibarra, Guatemala. PERALDO, GIOVANNI 1993a "Desastres Naturales durante la colonia", en: Emergencia (San José), 1:16. 1993b "Desastres y planificación urbana", en: Emergencia(San José), 3:23. 1993c "El geólogo ante el discurso del documento histórico", en: Rev. Geol. Amer. Central, 15:89- 94. PERALDO, GIOVANNI y WALTER MONTERO en prensa Los temblores del período colonial en Costa Rica, 1538-1821, Editorial Tecnológica de Costa Rica, Cartago. en prep. Sismicidad histórica de América Central, Tomo I: Temblores destructivos Históricos de América Central (período 1469 - 1899), Instituto Panamericano de Geografía e Historia. RECINOS, ADRIÁN, trad. 1993 Memorial de Sololá, Anales de los Cakchiqueles, 1a. reimpresión, Editorial Piedra Santa, Guatemala. ROMERO, GILBERTO y ANDREW MASKREY 1993 "Cómo entender los desastres naturales", en: Andrew Maskrey, comp., Los desastres no son naturales, LA RED/ITDG, Tercer Mundo Editores, Bogotá, pp. 1-7. SEGREDA, GILDA y JORGE ARRIAGA 1988 "Notas sobre la formación de la Ciudad de Guatemala: 1773-1900", en: Rodrigo Fernández V. y Mario Lungo Uclés, comps., La estructuración de las capitales centroamericanas, Editorial Universitaria Centroamericana, San José, Costa Rica, pp. 108-129. TELETOR, CELSO 1955 Apuntes para la monografía de Rabinal y algo de nuestro folclore, Ediciones del Ministerio de Educación Pública de Guatemala, Guatemala. WHITE, RANDALL e INÉS CIFUENTES 1988 Seismic history of the middle America Trench spanning the Guatemala triple junction and earthquakes forecast for western El Salvador, manuscrito preliminar.

NOTAS

1 Este ensayo forma parte de un programa de investigación sobre sismología histórica de América Central, apoyado por el Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH) y la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (IDRC), dentro de su proyecto de Amenaza Sísmica de América Latina que se realiza en la Escuela Centroamericana de Geología de la Universidad de Costa Rica. Queremos agradecer a Virginia García Acosta las acertadas observaciones para el mejoramiento de este ensayo.

2 El Reino de Guatemala llegó a abarcar desde Chiapas, hoy en México, hasta la actual república de Costa Rica.

3 Cfr. Musson, 1986 y Peraldo, 1993a.

4 El análisis de la información y los resultados de los estudios sismológicos, están contenidos en un primer volumen que abarca el período 1469-1900, elaborado por Peraldo y Montero, en preparación.

5 Feldman realizó una valiosa recopilación documental para el área centroamericana y hace referencia a esta erupción (Feldman, 1988).

6 AGI, Gobierno (en adelante G), Audiencia de Guatemala (en adelante AG), leg.305.

7 Vassaux (1969), citado por Grases (1974), menciona que el 27 de agosto a las 18 horas ocurrió el terremoto de San Miguel que afectó a la ciudad de Guatemala (Antigua).

8 AGI, G, AG, leg.305.

9 AGI, G, AG, leg.305.

10 AGI, G, AG, leg.305.

11 AGI, G, AG, leg.305.

12 AGI, G, AG, leg.305.

13 Feldman, 1988:76.

14 AGCA, A1.10.3, exp.31284, leg.4047, 3 fs.

15 Feldman, 1988.

16 AGI, G, AG, leg.305.

17 AGI, G, AG, leg.305.

18 Un documento del AGI pormenoriza este desastre, a raíz del cual se cambió de lugar a esta ciudad por segunda vez (AGI, Patronato -en adelante P-, leg.181, r.2). Pardo refiere que la primera vez fue en 1526, debido a problemas bélicos con los indígenas (Pardo, 1969:85).

19 Los temblores de septiembre de 1717 coincidieron con fuertes aguaceros: "llovía copiosísimo" (AGI, G, AG, leg.305).

20 El cuadro 2 muestra los principales eventos sísmicos y volcánicos que afectaron a la ciudad de Santiago antes de 1717.

21 Finalmente, el obispo no participó en la procesión, porque el 17 de septiembre enfermó "de dos erisipelas" y se vió obligado a guardar cama (AGI, G, AG, leg.305).

22 Peraldo, 1993a:16.

23 AGI, G, AG, leg.305.

24 AGI, G, AG, leg.305.

25 AGI, G, AG, leg.305.

26 Alrededor de la ciudad de Santiago habitaban unos 60 mil indígenas (AGI, G, AG, leg.305).

27 "se van continuando estos reparos y ya se celebran en sus iglesias (excepto las de la Parroquial, San Sebastián y la de la Congregación de San Felipe Neri y Escuela de Cristo que están de paja, como lo está la de Nuestra Señora del Convento de la Merced por estar totalmente arruinado su suntuoso templo de bóveda)" (AGI, G, AG, leg.305).

28 "la carnicería que se quemó [...] tiene necesidad de volverse a hacer [en] unos portales que sirven de carnicería la carne se daña muchas veces " (AGI, P, leg.30). Una preocupación similar por reconstruir la carnicería se presentó en Panamá, cuando ocurrió el terremoto de 1621.

29 AGI, G, AG, leg.658.

30 AGI, G, AG, leg.305.

31 Pardo, 1969:25-70.

32 Pardo, 1969:34.

33 Pardo, 1969:35.

34 AGI, G, AG, leg.305.

35 AGI, G, AG, leg.305.

36 Con el terremoto de Santa Marta de 1773, que afectó en mayor medida a la Ciudad de Santiago, el diseño de la nueva ciudad de Guatemala consideró la ampliación de las calles y hubo un mayor interés por adaptar a la ciudad a las condiciones geológicas del área (Peraldo, 1993b:23).

37 Romero y Maskrey, 1993:1-7.

38 Segreda y Arriaga, 1988:110.

39 AGI, G, AG, leg.305.

40 AGI, G, AG, leg.305.

41 Esta actividad se originó en la época de la Conquista. Los frailes al no aceptar la costumbre indígena de rendir culto a los volcanes, considerados por ellos como "bocas del infierno", crearon un rito que denominaron "el bautizo de los volcanes"; consistía en subir al volcán, conjurarlo, plantar una cruz, rociarlo con agua bendita y sustituir el nombre indígena por alguno del santoral cristiano (Incer, 1990:123).

42 AGI, G, AG, leg.305.

43 AGI, G, AG, leg.305.

44 AGI, G, AG, leg.305.

45 Peraldo, 1993c:90.

46 El obispo menciona roces previos con el presidente (AGI, G, AG, leg.305).

47 AGI, G, AG, leg.305.

48 AGCA, A.1.10, exp.31290, leg.4047.

49 AGCA, A1.10, exp.31290, leg.4047.

50 Este maestro albañil hizo la siguiente descripción detallada de los daños en el templo: "la iglesia corre gran peligro de perderse en la parte de su fábrica: paredes, tejas y retablos si no se descarga antes por haberse vencido todas las tijeras. Las paredes de la capilla mayor se encuentran dañadas más de una tercia y hundidas por el centro. El arco toral se partió de modo que aunque se repare un poco queda inseguro por haber[se] falseado por el arrancamiento [sic]. Los costos que tendrá dicha obra [...] son necesarios 1000 pesos" (AGCA, A1.10, exp.31290, leg.4047).

51 No se sabe exactamente cuál es el significado de zonte; podría ser una medida de volumen usada en ese tiempo.

52 AGI, G, AG, leg.305.

53 AGI, G, AG, leg.305.

54 AGCA, A3.16, exp.6041, leg.537, año 1733. En los autos surgidos a raíz del temblor de El Salvador de 1719 se indicaba que "desde el acaecimiento de los terremotos que Dios Nuestro Señor, fue servido enviarnos" (AGCA, A1.10, exp.31190, leg.4043).

55 AGI, G, AG, leg.658, erupción del Volcán de Fuego, 1581.

56 AGI, G, AG, leg.305, erupción del Volcán de Fuego, 1717.

57 AGI, G, AG, leg.305.

58 Recinos, 1993:62.

59 Cfr. Teletor, 1955.

60 Cfr. Milles, 1983.

61 Recinos, 1993:39.

62 Recinos, 1993:39.

63 Los reinos sobrenaturales o cielo se encontraban en el inframundo.

64 White realizó un importante estudio de la sismicidad histórica en Guatemala y El Salvador, para sismos asociados a la subducción. Dentro de ellos ubica al temblor de San Miguel del 29 de septiembre de 1717 (White y Cifuentes, 1988).

65 AGCA, A1, exp.1, leg.1.

66 Peraldo y Montero, en preparación.