PRESENTACIÓN
Elizabeth Mansilla
El título de este libro "Desastres: Modelo para Armar", más que ser un simple juego de palabras, sugiere una realidad: los desastres son el producto de la combinación, interrelación y conjunción de una serie de piezas que se contruyen a partir de procesos sociales.
Este volumen recoge una serie de trabajos de reciente producción acerca del estudio social de los desastres, y cuyos autores ofrecen distintas perspectivas para abordar el problema, mediante el enfoque de disciplinas tan diversas como la geografía, la sociología, la economía, la planeación urbana, la ingeniería, la psicología, la antropología y la arqueología, entre otras.
La multidisciplinariedad de enfoques; la confrontación creativa de la experiencia de investigadores de Europa, Asia, Estados Unidos y la región latinoamericana; la vigencia de los temas abordados; así como la traducción al español de autores poco conocidos o difundidos en América Latina, que durante más de 30 años han estado dedicados al tema, hace que esta publicación sea algo prácticamente inédito en la producción literaria sobre desastres.
Los documentos contenidos en este volumen representan una colección de piezas del "rompecabezas social" que forman parte del modelo que intentamos armar, y a pesar de la diversidad de interpretaciones sobre los desastres que manejan autores de latitudes y contextos tan diversos, es posible encontrar importantes puntos de contacto: las desigualdades sociales; las condiciones irracionales que imponen la aplicación de modelos de "desarrollo" a ultranza; la depredación del medio ambiente; la eliminación de la conciencia colectiva en la toma de decisiones sobre el patrimonio material y natural de los países del orbe; la pérdida de la memoria sobre las consecuencias de los desastres, así como la ignorancia, o un franco y abierto desinterés por rescatar valiosas experiencias o conocimientos legados desde las culturas más antiguas hasta nuestros días; y la rotunda incapacidad de los gobiernos nacionales e instancias internacionales para intervenir adecuadamente en la reducción del impacto que los desastres han causado o pueden causar sobre la población.
En cierto sentido, los documentos que se presentan ofrecen al lector la oportunidad de borrar las fronteras entre países para encontrar una interpretación global de los desastres y visualizar esta problemática como un conjunto de variables mucho más complejo que no se restringe a países, regiones, ciudades o pequeñas poblaciones, sino que forma parte de una lógica mundial, cuya dinámica ha rebasado ya los límites de la seguridad y de la propia supervivencia de regiones enteras. Las crisis alimentarias, las consecuencias de los conflictos armados, la generación de amenazas complejas, lo vulnerable que es la humanidad ante fuerzas incontrolables de la naturaleza o frente a la necesidad de adaptarse a cambios violentos por la destrucción del medio ambiente, no son problemas que atañen únicamente a los países subdesarrollados, ya que si bien las diferencias son más marcadas en el círculo de los países periféricos, éstas también existen en el Primer Mundo, donde las diferencias sociales no han sido superadas y donde aún prevalecen formas sociales completamente atrasadas.
En cuanto a los mecanismos institucionales para enfrentar esta acuciante problemática, también es posible encontrar que aunque existen diferentes niveles de interés por parte de los gobiernos para reducir el efecto de los desastres, éste en general tiende a ser un tema con muy baja prioridad, y menos aún a ser considerado como elemento inherente al desarrollo. Aparentemente, la declaración del Decenio Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, por parte de Naciones Unidas, pudo en principio tratar de revertir este descuido mediante la promoción del tema y de actividades relacionadas con la problemática. Sin embargo, los responsables del Decenio no han podido hacer avanzar esta iniciativa que más que internacional, diera la impresión de que se trata del interés particular de unos pocos organismos que no son precisamente quienes determinan las políticas internacionales para los distintos países, ya que hoy no deja de resultar paradójico que mientras por una parte se haya declarado el Decenio como una preocupación, aparentemente auténtica, en el sentido quizá no de las pérdidas de vidas humanas, sino de los costos que anualmente implican los desembolsos por ayuda "humanitaria" para los organismos internacionales, mientras que por otro lado, el sistema financiero internacional ejerce cada vez mayores presiones sobre los países pobres para restringir aún más su gasto público con el fin de atender los compromisos del servicio de la deuda externa, aumentando con esto la vulnerabilidad y, en consecuencia, las posibilidades de ser afectados por desastres.
Diversos capítulos de este libro dan cuenta de la ineficiencia, y hasta cierto punto irresponsabilidad, de los gobiernos nacionales y organismos internacionales para enfrentar el problema de los desastres. Sin embargo, sus autores van más allá de la crítica pura, ofreciendo en conjunto una nueva perspectiva de la problemática y de sus posibilidades de enfrentarla, mediante la superación de esquemas burocráticos rígidos y a través de la producción de conocimiento fresco y riguroso basado en una larga trayectoria de investigación que se combina con una amplia experiencia en el "campo de batalla".
El volumen ha sido dividido en cinco secciones. La primera de ellas incluye cuatro trabajos que abordan aspectos teóricos y conceptuales para la interpretación de los desastres, y que ofrecen una serie de elementos que pueden ser útiles para la construcción de un marco teórico de interpretación global del problema en estudio, a partir del aporte de conocimiento sobre la base material de los desastres, la consideración del riesgo en el proceso del desastre, las delimitaciones conceptuales del fenómeno en análisis y la ubicación de los distintos espacios o contextos en los cuales debe ser definida la prevención. Esta sección incluye los trabajos de Kenneth Hewitt "Daños ocultos y riesgos encubiertos: haciendo visible el espacio social de los desastres"; de E. L. Quarantelli "Desastres y catástrofes: condiciones y consecuencias para el desarrollo social"; de James K. Mitchell "Negociando los contextos de la prevención de desastres" y de Elizabeth Mansilla "Notas para una reinterpretación de los desastres".
La segunda sección presenta tres capítulos cuyo eje de análisis se centra en la consideración de los estilos o modelos de desarrollo como principal determinante de las condiciones de vulnerabilidad de la población. Esta sección es sumamente rica, debido a que en ella puede ser claramente establecida la relación entre desarrollo y desastres mediante el análisis de distintos casos de estudio, así como los procesos de construcción o agudización de amenazas producidos por los modelos de desarrollo adoptados; además de que se ofrecen una serie de elementos que pueden servir de guía en el diseño de programas de planeación para responsables de la toma de decisiones. Aquí se incluyen los estudios de Ian Davis y Alistair Cory "Modelos de desarrollo y vulnerabilidad"; de Diana M. Liverman "Variación ambiental y transformación económica: cambios de la vulnerabilidad a amenazas naturales en el México rural"; y de Habibul H. Khondker "Desarrollo y respuesta a desastres en el sur de Asia. Perspectivas de una aldea en Bangladesh".
La tercera sección, incluye dos trabajos que analizan los principales problemas que prevalecen en la organización institucional para la gestión de los desastres, muestran la necesidad de auto-organización entre los distintos sectores de la sociedad para enfrentar situaciones de emergencia, y describen algunos avances que se han podido lograr en términos del diseño de auténticos sistemas de organización institucional y social en distintos contextos. Esta sección incluye los trabajos de Louise K. Comfort "Auto-organización en sistemas complejos" y de Omar Darío Cardona "El manejo de riesgos y los preparativos para desastres. Compromiso institucional para mejorar la calidad de vida".
La cuarta parte, ofrece una serie de interesantes aportes sobre aspectos culturales, de educación y de los efectos psicológicos de los desastres. Gustavo Wilches en su trabajo "En busca de un lenguaje para el desarrollo sostenible" nos muestra de una manera por demás brillante, las posibilidades de "traducir" el conocimiento sobre los desastres y el desarrollo, de manera que sea accesible para cualquier tipo de lector, potenciando el impacto que este tipo de conocimientos puede tener sobre la población y sobre la decisión de incorporarlo en la planeación del desarrollo. Benigno Aguirre, en su documento "Educación y planeación contra desastres", hace hincapié en la importancia que tiene la educación en cualquier proyecto que tenga como fin la reducción de los desastres, tanto en términos de la prevención-mitigación, como en función de la etapa de preparativos, con particular énfasis en la utilización de sistemas de alerta. El trabajo "Algunas dimensiones culturales, eduactivas y de salud mental de las características psicosociales de los desastres", presentado conjuntamente por Jane Mocellin y John Rogge, aborda una problemática que ha sido poco considerada en el estudio de los desastres: los efectos psicológicos que tienen sobre la población situaciones de stress, así como la forma en que estos efectos pueden influir en la capacidad de respuesta de las poblaciones afectadas por desastres.
Finalmente, la quinta y última sección, da cuenta de la importancia de los estudios históricos sobre desastres. Los trabajos de Linda Manzanilla "Breve acercamiento de la aplicación de la Arqueología para el estudio de los desastres"; de Panos Touliatos "Prevención de desastres sísmicos en la historia de las estructuras en Grecia"; y de América Molina "El papel del gobierno y la sociedad en la prevención de desastres del México colonial", rompen con la vulgarización que se ha hecho de los estudios históricos en este campo y nos demuestran que los aportes que puede hacer esta disciplina van mucho más allá de la simple elaboración de "inventarios" o cronologías sobre desastres ocurridos y que los estudios históricos son fundamentales para entender los procesos de conformación y acumulación de vulnerabilidades; que es posible rescatar de entre los escombros pautas técnicas y organizativas para la reducción de los desastres, legadas por las antiguas culturas; y que también es posible recuperar la noción de una relación equilibrada y racional entre el hombre y la naturaleza.
El origen de los trabajos que integran este libro es diverso. La mayoría de ellos son versiones modificadas de las principales ponencias presentadas durante el Seminario Internacional "Sociedad y Prevención de Desastres", realizado en la ciudad en México en febrero de 1994, con los auspicios del Consejo Mexicano de Ciencias Sociales, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y la Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina (LA RED); algunos otros son trabajos inéditos de los autores; y tan sólo uno de ellos consiste en una selección de partes de un trabajo publicado con anterioridad, pero que dada su riqueza de contenido consideramos pertinente incluirlo.
Esperamos que esta publicación promueva el debate, motive la investigación y contribuya, en alguna medida, a la producción del conocimiento sobre el tema.
Ciudad de México
Primavera de 1996