IMPLICACIONES SOCIALES DE LOS TERREMOTOS EN SAN SALVADOR

(1524-1919)

LUIS ERNESTO ROMANO MARTÍNEZ

Throughout El Salvador's history, from the Spanish occupation to the present global economy, social and economic factors, such as population and poverty growth along with unplanned urban development, have played an active role in disasters, raising vulnerability to the level of natural risk. This essay discusses two key aspects: the location of urban population (especially in San Salvador, the capital and the country's most crowded city) and unequal land distribution in the countryside. San Salvador is located in an important seismic area and is also very close to El Salvador's major farms. Ever since its foundation, earthquakes have shaken the capital, forcing not only the population to desert the city but also to change its location. On the other hand, the 1854 quake gave politicians seeking to boost coffee production and exports, a reason to begin the transformation of common lands into private property, leading to land concentration. This gave way to the emergence of poor landless peasants who emigrated to urban areas, especially San Salvador.

INTRODUCCIÓN

Desde su fundación, San Salvador ha enfrentado desastres de origen natural relacionados con movimientos sísmicos, cuyos efectos se han multiplicado a medida que la ciudad se ha adaptado a las distintas realidades sociales. Actualmente se estima la presencia de cerca de 1,477,766 habitantes en un área de 352.27 kilómetros cuadrados, es decir que existe una densidad aproximada de 4,195 habitantes por kilómetro cuadrado. A esta concentración poblacional se añaden indicadores de vulnerabilidad que reflejan una pobreza global de 58.7% para 1993,() y la presencia de gran número de viviendas improvisadas y mesones (conjuntos en los que habitan varias familias), de los cuales el terremoto de 1986 únicamente dejó en buen estado a un 17.4% y 51.9%, respectivamente,() y que desde entonces han ido aumentando.

No es de extrañar que en un asentamiento humano con estas características, se susciten desastres derivados de movimientos sísmicos. La revisión histórica de los terremotos ocurridos en San Salvador revela que han adquirido cada vez mayores connotaciones de desastre, en buena medida por los condicionamientos que la situación socio-política impuso en la configuración de la ciudad y sus habitantes.

Los fenómenos naturales provocan trastornos en el funcionamiento social porque existen condiciones de vida, patrones de asentamiento e infraestructura inadecuados para la envergadura de los eventos naturales típicos de la región. Los desastres son producto de cambios históricos profundos.

La bibliografía de la que se dispone para el estudio de los desastres sísmicos ofrece datos que fortalecen esta hipótesis. Existen referencias anecdóticas sobre la destrucción de la ciudad en cartas enviadas por misioneros religiosos, muchas de las cuales han sido recolectadas sistemáticamente por Larde y Larín,() en una recopilación que cubre desde la época colonial. También se cuenta con inventarios de desastres que,() al igual que los relatos de los cronistas presentan recuentos de acciones y daños. En general, estas fuentes ofrecen diversas descripciones sobre los desastres ocurridos.

Fue hasta 1971, cuando se conoció el trabajo de Browning,() que se planteó la vinculación entre los terremotos y el cambio social, aunque únicamente para un caso. El tratamiento que se hace de los demás terremotos es eminentemente descriptivo pues, como se verá, no tenían una vinculación directa con la tierra y el hombre, que constituyen los principales temas de la obra citada.

La evolución de las condiciones sociales debe ser estudiada con detalle para explicar y entender los efectos de los desastres. Aspectos como la demografía y los patrones de asentamiento merecen especial atención, y pueden abordarse a partir de las investigaciones de Barón Castro sobre la evolución de la población desde la época prehispánica.() Asimismo, el trabajo de Baires y Lungo revisa el proceso de urbanización de San Salvador y los reacomodos y vulnerabilidades que surgieron con ella.() En este último campo, las fuentes hemerográficas constituyen un importante aporte para la investigación.

Estos estudios presentan suficientes argumentos para afirmar que el proceso de colonización e inserción en la economía mundial, incrementaron de manera importante la vulnerabilidad de la población de todo el país, particularmente de San Salvador. Las características y ubicación que asumieron los asentamientos humanos y la desigual distribución de la tierra, figuran entre los elementos que se conjugaron para incrementar la vulnerabilidad global. Lo anterior aparece en diferentes evidencias de desastres históricos; sin embargo, los casos extremos pueden constatarse en especial para el caso de la ciudad de San Salvador, históricamente la más densamente poblada y localizada cerca de una importante zona de producción agrícola (véanse mapas 1 y 2).

Desde su fundación, esta ciudad fue afectada por fenómenos naturales y bélicos, al grado de que en ocasiones fue abandonada por la mayoría de sus habitantes y trasladada a otros sitios; por ejemplo, entre 1525 y 1539 la ciudad fue reubicada en cuatro ocasiones debido a conflictos militares o bien a intereses económicos.() Al final se asentó en una locación con gran incidencia de sismos y ha sido destruida en, al menos, 22 ocasiones. Paradójicamente, su historia calamitosa no impidió que se convirtiera, desde los primeros años de la Colonia, en el centro político y administrativo y, por ello, en la sede de las clases sociales gobernantes.

En este marco, el presente trabajo pretende señalar algunas relaciones entre los terremotos acaecidos en la ciudad de San Salvador desde el siglo XVI hasta principios del presente siglo y los profundos cambios económicos, políticos y sociales que se registraron durante ese periodo.

Los desastres sísmicos de la ciudad de San Salvador se relacionan directamente tanto con el crecimiento poblacional, la ubicación y el tipo de asentamientos ordenados por los colonizadores, como con la acumulación económica originaria y con el desordenado desarrollo urbanístico. Estos elementos han propiciado el surgimiento de una población cada vez más vulnerable y la multiplicación de las amenazas naturales, pese a que desde la época colonial las medidas de prevención y mitigación han aumentado.

Existen al menos cinco problemáticas generales, desde las cuales podrían abordarse los desastres sísmicos históricos ocurridos en la ciudad de San Salvador y que están íntimamente ligadas al desarrollo de las nuevas condiciones socio-políticas que surgieron a partir de la conquista, colonización, independencia e inserción en la economía mundial. En primer lugar, es posible establecer que durante la época colonial, los asentamientos que tuvieron lugar en la zona donde actualmente se encuentra la ciudad de San Salvador, incrementaron la vulnerabilidad de la población, pues la desplazaron hacia una zona con mayor actividad sísmica que la existente en las antiguas áreas de poblamiento.

En segundo lugar, la secularización de las medidas de prevención, mitigación y atención experimentadas después de la independencia, implicaron un cambio notorio en relación con sus homólogas del periodo colonial. En general se experimentó una ampliación del horizonte de interpretación del fenómeno, que dio paso a iniciativas importantes para la protección contra desastres aunque, como siempre, fueron insuficientes.

Por otra parte, la acumulación económica que surgió a partir del cultivo del café aparece como un elemento que propició el surgimiento de campesinos sin tierra, lo cual, a su vez, contribuyó a incrementar la vulnerabilidad económica y social de la población. En buena medida, esta situación impulsó movimientos migratorios hacia las principales ciudades, entre las cuales se encuentra San Salvador.

En cuarto lugar debe mencionarse que el traslado de la ciudad operado en 1854, ocasionó modificaciones importantes en la localización de las explotaciones agrícolas y marcó el inicio de la etapa de concentración de tierras comunales y ejidales. Este traslado no constituyó una medida de importancia para prevenir y mitigar desastres sísmicos, porque la ciudad no fue efectivamente trasladada y el crecimiento de su población, en años posteriores, llegó a superar el promedio nacional.

Finalmente, para principios de este siglo, la ciudad de San Salvador sufrió un desarrollo urbano desordenado que, sumado al acelerado crecimiento de su población y a su pobreza, configuró un panorama mucho más favorable para el incremento de la vulnerabilidad global hasta los niveles actuales.

LAS MODIFICACIONES EN LOS ASENTAMIENTOS DURANTE LOS TRES SIGLOS COLONIALES

Las implicaciones de la colonización sobre la localización de los principales asentamientos, parecen no haber alcanzado gran importancia. Browning reconoce que la mayoría de los asentamientos surgidos a raíz de la conquista española se ubicaron alrededor de los pueblos indios más importantes presentes desde la época prehispánica.() Esto, sin embargo, no significa que no haya existido una actitud deliberada de las autoridades españolas para destruir los pueblos indígenas y propiciar la concentración de la población. En este contexto se ubicaba la política de reducción de pueblos indígenas, la cual no habría ofrecido los resultados esperados.() Sin embargo, sí se suscitaron cambios sociales extraordinarios.

Es posible establecer que los movimientos sísmicos no tuvieron la misma incidencia en la época prehispánica que en los años subsiguientes. Consideramos que las modificaciones provocadas en el ambiente indígena original, determinaron que la vulnerabilidad social frente a los desastres se incrementara notablemente. Entre los elementos que contribuyeron a ello podemos mencionar: la modificación de la relación del indígena con la tierra, la transformación del ecosistema original, la concentración demográfica y las características de los nuevos asentamientos.

Al igual que en otras regiones de América, en El Salvador los indígenas sostenían una relación armónica con la tierra, con la flora y la fauna de su entorno, en tanto que su relación se basaba en el cultivo de productos alimenticios y en el respeto de las condiciones naturales.() La concepción indígena de propiedad de la tierra, por ejemplo, aceptaba el carácter colectivo de la misma y, por ende, no existían explotaciones agrícolas privadas. Los procesos de conquista y colonización modificaron estas percepciones y tuvieron importantes implicaciones sobre la producción de desastres atribuibles a fenómenos naturales.

Algunos autores establecen que al momento de la conquista la población del país oscilaba entre 116 mil y 130 mil habitantes,() los cuales se distribuían mayoritariamente en las tierras altas del eje central, en la zona costera del oeste del país y en la zona central del oriente del mismo (véase mapa 3). Al comienzo del periodo colonial, los asentamientos indígenas estaban plenamente establecidos y los asentamientos con población española se localizaban en sus cercanías.() Lo anterior, sin embargo, no obstó para que la ubicación de los asentamientos y la densidad poblacional se modificaran sensiblemente, primero como efecto de una disminución de la población indígena y luego debido a una aceleración de su crecimiento, particularmente a partir de finales del siglo XVIII.()

Vale destacar que existen evidencias de las primeras catástrofes sísmicas en San Salvador, así como de sus efectos sobre los habitantes durante la época colonial temprana, y de ello derivan las posibles causas del incremento de la vulnerabilidad. Aunque durante este periodo la población de San Salvador creció a un ritmo inferior al de la población total del país, ello fue suficiente para elevar de manera considerable dicha vulnerabilidad. En forma similar, la introducción de nuevas técnicas de construcción determinó que las edificaciones se tornaran mucho más peligrosas ante un eventual terremoto y derrumbe de estructuras.

Desplazamientos poblacionales, nuevas construcciones y riesgo sísmico

Pese a los recurrentes desastres sísmicos ocurridos durante sus primeros 21 años de existencia, San Salvador fue erigida como ciudad por las autoridades españolas en 1546, y a partir de entonces se convirtió en uno de los dos centros urbanos más importantes de la región centroamericana.() Las constantes destrucciones de la ciudad no permitieron que acumulara una infraestructura sobresaliente, a diferencia de sus vecinas. Algunos datos de las primeras décadas del siglo XVII daban cuenta de que, para evitar los efectos de los terremotos, la ciudad llegó a estar conformada mayoritariamente por ranchos de paja.()

Con todo, la población asentada en esta zona de alto riesgo sísmico se expandió considerablemente y, con ella, la vulnerabilidad física, pues en la época prehispánica las mayores concentraciones poblacionales se encontraban distribuidas de forma diferente.

Entre 1550 y 1770 la población de El Salvador aumentó de 60 mil a 132,092 habitantes,() mientras que la ciudad de San Salvador habría pasado de una población cercana a las 250 personas a 11,450 en ese mismo lapso.() Este crecimiento demográfico estuvo acompañado de algunas modificaciones en la ubicación de los asentamientos humanos (véanse mapas 3 y 4).

También entre 1550 y 1770 se suscitó un desplazamiento de población en la zona cercana a San Salvador (SS en los mapas), al movilizarse el asentamiento principal ubicado en las riberas del lago de Ilopango hacia principios de 1550 (A en mapa 3), a un nuevo sitio (B en mapa 4) que, como posteriormente constatarían los conquistadores, resultó tener una fuerte actividad sísmica local. Evidentemente, el incremento demográfico en una zona con estas características amplificó las condiciones de vulnerabilidad, lo cual, asociado a la vulnerabilidad propia de las edificaciones mismas, permite comprender en toda su amplitud la problemática que enfrentaba la ciudad.

Desde el inicio de la Colonia se operó una importante modificación en la estructura de las viviendas; además, surgieron nuevas edificaciones como hospitales, monasterios e iglesias que,() en su mayoría, habían sido construidas con materiales pesados como ladrillo y piedras. Estas construcciones se colapsaron o sufrieron daños a causa de los terremotos ocurridos el 23 de mayo de 1575,() y el 20 de abril de 1594. El hospital "Santa Bárbara", por ejemplo, resultó destruido en 1575, pero fue reconstruido posteriormente con los mismos principios de construcción para que, en 1594, resultara nuevamente con daños de consideración.()

Para el evento de 1575 no existe evidencia de que resultaran víctimas mortales,() en cambio para 1594 se consigna la muerte de entre 13 y 14 personas y una considerable cantidad más con golpes. Considerando que la concentración de población en la ciudad era similar en ambos momentos, la mayor incidencia del segundo evento podría estar relacionada más bien con la proliferación de construcciones a base de materiales pesados, los cuales se habrían multiplicado durante ese periodo.

Los documentos disponibles dan más pábulo para esta última hipótesis, pues indican que a partir de 1575 se inició un importante esfuerzo de reconstrucción. Así, se logró edificar nuevamente la iglesia, dos monasterios, una plaza pública y un nuevo hospital.() Adicionalmente, para 1594 se encontraban casas que, al decir de algunos cronistas, eran "muy buenas, cubiertas de teja y labradas de carpintería y cantería".()

Como han señalado algunos autores, la adaptación de los pueblos andinos a las amenazas naturales era notable,() y aunque esto no es constatable para el caso de los pueblos prehispánicos de El Salvador, resulta evidente que las nuevas construcciones coloniales provocaban mayores víctimas que sus precedentes, por estar realizadas, como se mencionó, con materiales más pesados.

En varios momentos, los colonizadores consideraron la necesidad de adaptar los materiales de construcción a las condiciones de la zona, por lo cual procedieron a reedificar utilizando diferentes tipos de materiales. Registros históricos dan cuenta de que el tipo de construcción varió en atención a la sismicidad de la zona; así, para el siglo XVIII algunos cronistas señalan que desde el siglo XVI se fueron sustituyendo los materiales. Se comenzó a utilizar adobe en lugar de piedra y ladrillo, inclusive en las edificaciones más lujosas;() a ello se atribuye que el terremoto de 1798 no provocara los mismos daños que sus precedentes.() Por otra parte, existen evidencias de que, para mediados del siglo XIX, las paredes de las casas presentaban un diseño especial para resistir a los sismos.()

Pese al uso del adobe, la destrucción de San Salvador fue siempre una constante, pues este material posee la desventaja de presentar un periodo de vida útil muy limitado.

Migraciones y desastres sísmicos

En los primeros años de existencia de San Salvador, la actividad sísmica se habría convertido en un elemento explicativo de los movimientos migratorios de la ciudad hacia las áreas rurales. Sin pretender afirmar que fue éste el elemento de mayor importancia, resultan notables los virtuales abandonos de San Salvador que desencadenaron los primeros desastres sísmicos durante la época colonial.

A consecuencia del terremoto de 1575, la ciudad de San Salvador, que en 1570 tenía cerca de 130 habitantes,() para el año de 1576 había quedado "prácticamente deshabitada".() Nuevamente en 1594 se repitió la actividad sísmica y se presentó la misma reacción migratoria. Ha podido establecerse que, después de este último evento, se registró una fuerte emigración de la población, llegándose a estimar que la ciudad pasó de 750 habitantes en 1586,() a sólo 300 para el año de 1594; más del 50% menos en sólo ocho años.()

Si bien estas evidencias señalan a los terremotos como factor explicativo del abandono temporal de la ciudad, no puede soslayarse que la forma en que se organizaba la producción en aquella época mantuvo un crecimiento demográfico urbano relativamente lento entre los siglos XVI y XVII. Ello obedeció, mayormente, a la necesidad de los encomenderos de permanecer cerca de las poblaciones indígenas para controlar los cultivos y el trabajo de sus encomendados;() así, las actividades económicas básicas se llevaban a cabo principalmente en las haciendas, mientras que las que se realizaban en San Salvador tenían una importancia relativamente menor.

Esta relativa independencia permitió que, después de un terremoto, existiera la capacidad de trasladarse a otras regiones sin poner en peligro los propios medios de subsistencia. Con todo, no puede negarse que las migraciones de 1576 y 1594 fueron extraordinarias, aun considerando las grandes tendencias migratorias de la época.

El retorno de la población a la ciudad, empero, levanta importantes interrogantes sobre las motivaciones para hacerlo. No es descabellado sugerir que pudo deberse a la influencia de las autoridades coloniales y eclesiásticas, las cuales promovieron el retorno a la zona destruida pues, como se mencionó antes, después de los terremotos se llevó a cabo la reparación y construcción de nuevas edificaciones y continuó manteniéndose en la ciudad la sede del poder colonial. Adicionalmente, esta zona se encontraba muy cerca de una de las más importantes áreas agrícolas de la época.

EVOLUCIÓN DE LA RESPUESTA A LOS DESASTRES

Durante los eventos posteriores a la independencia, fue posible detectar algunas modificaciones importantes en la forma en que se dio respuesta a situaciones de desastre e, inclusive, el surgimiento de algunas medidas que involucraban obras físicas de considerable magnitud.

Si comparamos la naturaleza de estas medidas con las adoptadas en la época de la Colonia apreciamos, más que un considerable cambio cualitativo, un cambio de énfasis. En alguna medida, lo anterior pudo haber obedecido al tránsito de una percepción eminentemente religiosa de los desastres, promovida por la Iglesia católica, a una en la que existía mayor conciencia de las opciones para mitigar los efectos de los desastres provocados por actividad sísmica.

Con todo, es necesario destacar que el cambio registrado en las modalidades de protección contra desastres sísmicos no implicó mejorías de consideración en su efectividad, pues la vulnerabilidad continuó incrementándose a medida que transcurría el tiempo.

Las respuestas de las autoridades coloniales

Para los eventos de los siglos XV y XVI, las medidas que se adoptaron consistieron principalmente en asistencia religiosa y reconstrucción de iglesias y monasterios. El terremoto de 1575 habría generado asistencia desde el exterior cuando, tal y como se consigna en los documentos de la época, "la Audiencia de la ciudad de Santiago [de Guatemala] los envió a consolidar con un religioso grave, ofreciéndoles ayuda en todo lo que tuviesen necesidad de su favor".()

Por otra parte, la evidencia histórica disponible da cuenta de que, a raíz del terremoto de 1594, fueron enviados religiosos católicos que sugirieron se edificara un monasterio e iglesia y se proclamara patrona a la "Serenísima Reina de Los Angeles o Virgen de los Terremotos" para que cesaran las calamidades, lo cual, según relatos, fue aceptado de buen grado por los concejales de la ciudad.()

Amparadas en estas actividades, las autoridades procedieron a reconstruir la ciudad en varias ocasiones, sin ninguna otra consideración para la mitigación de desastres. Las recurrentes destrucciones de la ciudad determinaron que, en la segunda mitad del siglo XVII, se considerara nuevamente su traslado hacia una zona con menor actividad sísmica. Esta moción habría surgido después del terremoto ocurrido de 1671, pues se señala que "algunos de los vecinos trataron de mudar la ciudad a otro sitio y otros contradijeron".() Finalmente, se propuso al rey de España el traslado de San Salvador; sin embargo, éste ordenó que "se quedase en el mismo sitio".()

Adicionalmente, como se mencionó en el apartado anterior, el uso del adobe reflejaba preocupación por mejorar la adaptación de las construcciones a las condiciones naturales de la zona.

Respuestas del gobierno independiente

Tras la independencia de España se registraron nuevos terremotos, aunque ahora de efectos amplificados en función del incremento de la vulnerabilidad experimentado desde la época colonial. Ello dio paso a medidas de protección que, aunque no eran novedosas, provocaron un impacto más notorio que sus precedentes.

El traslado de la ciudad volvió a figurar entre las propuestas de prevención, pues desde el terremoto del 22 de marzo de 1839 "se pensó [en] seguir el ejemplo de Guatemala trasladando la ciudad a otro punto más seguro";() sin embargo, la medida se concretaría hasta 1854, después de un terremoto que de nuevo destruyó la ciudad.() El presidente en aquella época, José María San Martín, dispuso el traslado de la sede del gobierno primero a Soyapango y posteriormente hacia Cojutepeque,() así como la edificación de una nueva ciudad en la hacienda Santa Tecla, distante unos 12 kms. de la ubicación anterior.

El 19 de marzo de 1873 otro terremoto destruyó la ciudad, que había continuado edificándose en su locación tradicional y dio paso a nuevas consideraciones para aumentar la resistencia de las construcciones a movimientos sísmicos. A diferencia de épocas pasadas, en que se había optado por la construcción de viviendas de adobe, esta vez una ordenanza del presidente Santiago González estableció que deberían utilizarse materiales más ligeros como madera y láminas.()

Por otra parte, deben destacarse ciertas medidas adoptadas a principios del presente siglo, con las que se persiguió mantener los precios internos a los niveles existentes en los momentos anteriores al terremoto.() Esta fue la primera disposición conocida en contra de los incrementos especulativos de precios, que caracterizan las coyunturas de post-desastre en la actualidad.

Otra medida fue la ampliación del desagüe del lago de Ilopango, ubicado en las afueras de la ciudad de San Salvador.() Obedeció a la creencia de que los altos niveles del agua provocaban fuertes movimientos sísmicos, pues después del terremoto de 1919 se habían detectado escapes de gases y calentamiento de sus aguas.() Consecuentemente, se creía que ampliando los canales de desagüe, práctica acostumbrada desde la época prehispánica, se lograría disminuir la elevación de las aguas y con ello la actividad sísmica.() Existen evidencias de que esta obra de ampliación provocó serias inundaciones en el valle Jiboa, adyacente a la zona del desagüe.()

Nuevas tareas de desagüe se realizaron en 1923, 1926 y 1935,() aunque en las dos últimas ocasiones los trabajos consistieron en instalación de tuberías para evitar inundaciones en las riberas. Los niveles del lago permanecieron inusualmente altos durante las primeras décadas del presente siglo; sin embargo, entre 1919 y 1965 no se registraron nuevos terremotos, únicamente inundaciones. Esto restó validez a la creencia de una relación entre los niveles del agua y la actividad sísmica.

IMPLICACIONES DE LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA SOBRE LA VULNERABILIDAD

Entre las medidas tomadas durante la época independiente, merece especial atención el traslado de la ciudad después del terremoto de 1854, pues ello está directamente relacionado con la acumulación originaria del capital, ya que a partir de esta etapa de post-desastre se vuelve más notoria la incidencia de los desastres sobre la estructura social.

En El Salvador, la acumulación originaria habría consistido en la apropiación y concentración de tierras comunales y ejidales para impulsar la producción de café. Como veremos a continuación, lo anterior influyó en la dinámica de la ciudad de San Salvador desde finales del siglo XIX.

Concentración de la tierra y migraciones a centros urbanos

Después de la independencia de España no se registraron cambios notorios en la organización económica, si bien a partir de entonces se suscitó una revalorización de la tierra y del hombre como fuentes generadoras de riqueza.() Las explotaciones agrícolas se dividieron entre propiedad privada y propiedad comunal hasta mediados del siglo XIX; lo anterior determinó que no se detectaran cambios notorios en la dinámica de la ciudad de San Salvador.

El predominio de la producción de añil continuó después de la independencia;() el gobierno, por su parte, siguió avalando la presencia de las propiedades comunales y ejidales. Puede sostenerse incluso que, al sancionar querellas por la posesión de la tierra entre hacendados y comunidades indígenas, sus fallos generalmente favorecían a estas últimas,() lo cual constituyó un freno efectivo para la acumulación originaria de tierras y riqueza en general.

Consecuente con esta situación, la mayoría de la población continuó concentrándose en áreas rurales, sin presionar demasiado sobre la ciudad de San Salvador. La población total del país se triplicó entre 1821 y 1892 (véase cuadro 1), mientras que la de San Salvador apenas se habría duplicado entre los mismos años (véase cuadro 2). La agudización del despojo ilegal de tierras comunales y ejidales, y su posterior legalización a partir de 1880, modificaron sensiblemente esta situación.

A partir de este momento histórico se inició la concentración de tierras y se propició el surgimiento de campesinos sin tierra, que constituyeron una reserva de fuerza de trabajo que paulatinamente fue optando por dirigirse hacia núcleos urbanos. Esta situación empeoró las condiciones de la mayoría de la población y liberó gran cantidad de mano de obra, lo cual repercutió provocando un incremento demográfico considerable en la ciudad, sobre todo en comparación con las tendencias anteriores.

Después de que la población de San Salvador había tenido un crecimiento por debajo de la media, se incrementó de 30 mil habitantes en 1892 a 89,281 en 1930 (véase cuadro 2). Es decir, casi se triplicó en un periodo durante el cual la población nacional apenas se incrementó en un poco más del doble (véase cuadro 1). De esta manera, San Salvador se fue convirtiendo en la ciudad más importante del país, tanto por su concentración demográfica como por su papel económico.

En buena medida, el incremento de la población se debió, más que a un crecimiento natural, al inicio de lo que sería un proceso migratorio cada vez mayor del campo a la ciudad. Esta situación resulta evidente si se considera que, para 1929, la mitad de la población de San Salvador era migrante (51.1%), de la cual más del 70% (71.3%) estaba en edad de trabajar.()

Es posible que dicha concentración no haya obedecido exclusivamente a una migración campo-ciudad, pues los migrantes también podían proceder de otros núcleos urbanos. Por ejemplo, existen datos que muestran que la ciudad de Santa Ana experimentó una disminución en número de habitantes entre 1905 y 1930, al mismo tiempo que en San Salvador se incrementaba aceleradamente (véase cuadro 2).()

Resulta evidente que el proceso de concentración y acumulación de propiedades agropecuarias modificó los patrones de asentamiento, iniciando la concentración de la población, del comercio y de la actividad artesanal en San Salvador. Algunos elementos que explican esta situación se relacionan con la integración de la economía de El Salvador a los esquemas desarrollados por el mercado mundial y las transformaciones que ello exigió, tanto en el medio rural como en el urbano.() Las inversiones y el comercio se concentraron en San Salvador y constituyeron un factor de atracción de la mano de obra liberada, que surgió con la apropiación de tierras comunales y ejidales en unas cuantas manos. Adicionalmente, la ciudad se rodeó de grandes extensiones cultivadas con café, que pasó a ser el principal producto de exportación tras la decadencia del añil (véase mapa 4).

El crecimiento de San Salvador como efecto de la ampliación de la infraestructura económica

Existen datos que muestran que, entre los terremotos de 1873 y el de 1917, la ciudad de San Salvador incrementó su área cuatro veces,() como resultado del fuerte aumento demográfico y de las actividades que en ella se realizaban. Al igual que en la mayoría de ciudades latinoamericanas, los tipos de construcciones que se desarrollaron y la falta de previsión urbanística que caracterizó la expansión urbana, implicaron un fuerte incremento de la vulnerabilidad al riesgo sísmico.

El aumento de población obedeció, en buena medida, al auge en los precios del café y a la actividad comercial, financiera, artesanal y gubernamental que ello trajo consigo. La penetración del capitalismo en la agricultura aumentó la demanda de productos manufacturados, cuya producción era realizada en San Salvador; así mismo, incrementó la demanda de personal para laborar en el sector público y en las actividades financieras necesarias para el cultivo y comercio del café.

Una vez agotadas las posibilidades de obtener empleo en el sector agropecuario, la floreciente actividad económica de la capital se volvió cada vez más atractiva para la fuerza de trabajo excedente. Así, San Salvador fue la encargada de alojar a una creciente proporción de la población del país.

La acumulación originaria incrementó la vulnerabilidad a desastres sísmicos pero, al mismo tiempo, los desastres sísmicos (y especialmente el ocurrido en 1854) tuvieron un papel definitivo en la etapa inicial de la acumulación originaria.

LOS EFECTOS DEL TRASLADO DE LA CIUDAD EN 1854

Después de dos intentos de trasladar la ciudad de San Salvador debido a la elevada actividad sísmica de la zona en que se asentaba,() el decreto oficial para su traslado fue finalmente emitido el 8 de agosto de 1854. Además se realizaron acciones paralelas con las que se perseguía fomentar el crecimiento de la nueva ciudad.

Como se trata de demostrar a continuación, el traslado de la ciudad hacia otra zona no disminuyó su vulnerabilidad, y sí contribuyó a iniciar la conformación de una nueva estructura de tenencia de la tierra.

Prevención de desastres y reparto de tierras

El traslado de la ciudad desencadenó dinámicas novedosas en la distribución de tierras para aumentar la producción de café. El gobierno procedió a planificar una nueva ciudad en la hacienda Santa Tecla y, consecuentemente, a disponer la creación de su propio ejido. Tal como lo consigna Browning:

Desde antaño hay evidencia del efecto que el cultivo del café produjo en la actitud oficial hacia el uso de las tierras comunes. En abril de 1854 un terremoto destruyó la ciudad de San Salvador y se resolvió reconstruir la capital seis millas al oeste de la ciudad en ruinas, en una tierra que pertenecía a la Hacienda Santa Tecla, que había sido adquirida por el gobierno. Esta hacienda se había afamado en 1807, como valiosa, muy apropiada para el cultivo del café.()

Se propuso que se distribuyeran tierras preferentemente entre los damnificados por el terremoto y, en segundo lugar, entre aquéllos que "vayan a utilizar su tierra para el cultivo del café o de cereales".() Esta habría representado la primera declaración oficial de favorecer a quienes pretendieran dedicarse al cultivo del café; la dinámica que se generó estuvo muy lejos de favorecer a los damnificados del terremoto o a los cultivadores de cereales.

La Junta de Delineación creada ad hoc para el reparto de las tierras comunes, favoreció la alta concentración de tierras en manos de antiguos y nuevos cafetaleros. Lo anterior provocó una serie de disputas entre los hacendados y las comunidades que, al final y a diferencia de casos antecedentes de disputas por tierras, tuvo como consecuencia que se perdiera la mayor parte de las tierras del ejido de Santa Tecla;() esto se convertiría más tarde en práctica generalizada en todo el país. Según Browning, la distribución de tierras comunales en Santa Tecla

aclara las características cardinales de la transformación de las tierras comunes por toda la república en propiedades privadas: la intención inicial de trabajar dentro del marco legislativo tradicional que regulaba el uso y adjudicación de las tierras comunes; el efecto que tuvo la creciente importancia del cultivo del café en los finqueros, para transformar éstos una ordenada reforma en el uso de la tierra en una desordenada camorra por adquirirlas, y el apoyo legislativo que esto recibió; y la incapacidad de las autoridades locales para proporcionar supervisión y guía, por falta de fondos y de habilidad administrativa.()

Este es el primer antecedente de apropiación de tierras ejidales para formar haciendas privadas y muestra la forma en que puede manipularse políticamente un evento desastroso. Como en otros muchos casos, la clase gobernante sacó partido de las iniciativas gubernamentales en la etapa post-desastre. En esta ocasión, el traslado de la ciudad marcó el inicio del proceso de acumulación originaria del país.

Efectos sobre la vulnerabilidad

De acuerdo con la evidencia disponible, el traslado de San Salvador no llegó a cristalizarse, pues las tendencias de crecimiento de la población privilegiaron, más que nunca, los asentamientos en la zona tradicional de la ciudad. Con 25 mil habitantes al inicio de la segunda mitad del siglo XIX, la población de la ciudad de San Salvador no era la más extensa concentración urbana, pues era superada por Santa Ana; sin embargo, esta tendencia se revertiría a partir de este momento, al grado de que en 1930 la ciudad contaba ya con un total de 89,281 habitantes, frente a 41,210 habitantes en la ciudad de Santa Ana (véase cuadro 2).

San Salvador fue restituida como capital en 1859;() la ciudad de Santa Tecla, aunque pasó de dos mil a 11 mil habitantes entre 1855 y 1892,() nunca logró concentrar las actividades propias para ser la capital del país.

El efecto final del traslado de la ciudad sobre la vulnerabilidad de la población fue negativo, pese a la intencionalidad inicial de dicha medida. Sus únicos efectos permanentes se reflejaron en un incremento de la vulnerabilidad económica y social. La separación de los campesinos de sus tierras únicamente vino a empeorar la problemática del sector rural, pues suscitó un aumento sustancial de la pobreza, así como de la migración a San Salvador.

El reparto de tierras en Santa Tecla se sumó a posteriores despojos para provocar el surgimiento de campesinos sin tierra que, posteriormente, pasarían a engrosar la abultada proporción de población migrante bajo riesgo sísmico asentada en San Salvador hacia principios del siglo XX.

EVOLUCIÓN DE LA CIUDAD Y SISMOS A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

Después del aumento demográfico de la ciudad de San Salvador, fue notorio el incremento en la demanda de viviendas y el surgimiento de la renta urbana como eje dinamizador del crecimiento tanto de la ciudad, como de los precios urbanos. Esta nueva situación se sumó a las condiciones de vulnerabilidad creadas por la concentración de la tierra, para hacer de San Salvador una población altamente susceptible a ser afectada por desastres.

El desproporcionado incremento de población en la zona de San Salvador presionó para que la utilización de la tierra en sus alrededores dejara de ser agrícola y se convirtiera en residencial. Por otra parte, el incremento y la concentración de actividades económicas propiciaba, como se dijo antes, un aumento en la demanda de viviendas en la ciudad y el surgimiento de la renta de propiedades urbanas, como un negocio atractivo para los dueños del capital.()

Tal incremento en la densidad y concentración demográfica en la ciudad de San Salvador durante los años posteriores a la acumulación originaria fue muy evidente, al grado de que para 1929 el censo de población daba cuenta de que en cada casa habitaban 2.06 familias y residían un total de 13.14 personas.()

Aunado a lo anterior, desde principios del siglo XX se presentó en el área de San Salvador un aumento considerable en el número de mesones que,() como mencionamos antes, congregan a varias familias a pesar de haber sido diseñados para una sola. La situación se vio agravada debido a que las construcciones no presentaban condiciones adecuadas para resistir terremotos por ser en su mayor parte casas antiguas e, inclusive, abandonadas por sus dueños después de un terremoto. Se conoce que a principios de la década de 1920, los sectores sociales de las capas altas se relocalizaron en zonas residenciales ubicadas al poniente de la ciudad y destinaron sus antiguas residencias para el establecimiento de mesones.()

Esta modificación en los patrones de asentamiento estuvo directamente relacionada con los terremotos de 1917 y 1919, los cuales derrumbaron buena parte de las edificaciones existentes y provocaron daños de consideración en las que quedaron en pie. Consecuentemente, las casas destinadas para establecer mesones presentaban de antemano deterioro infraestructural por los terremotos previos.

Esta dinámica de relocalización de los estratos sociales fue, de esta manera, generada por los terremotos de principios de siglo; pero lejos de contribuir a mitigar los efectos de posibles eventos futuros, fomentó el surgimiento de opciones habitacionales de gran vulnerabilidad sísmica, especialmente para los sectores de menores ingresos.()

DESASTRES Y ORGANIZACIÓN SOCIAL

La prevención, mitigación y atención de desastres en El Salvador ha estado presente a lo largo de los más de 400 años posteriores a la conquista; sin embargo, sus efectos finales sobre la reducción de la vulnerabilidad han sido nulos. Por el contrario, la población ha resentido cada vez más los efectos de los fenómenos naturales.

Las modalidades de organización de la producción explican esta situación, porque sobredeterminan las condiciones de vulnerabilidad imperantes. De esta forma, aun y cuando existan esquemas de reducción de la vulnerabilidad, estos fracasarán si no toman en cuenta las contradicciones entre el modelo de desarrollo y la protección contra desastres.

La modificación de los asentamientos, el empleo de materiales de construcción no adecuados, la sobreexplotación del hombre y de los recursos naturales, acendrados con la llegada de los españoles, sin duda impulsaron la amplificación de la vulnerabilidad. Sin embargo, el mayor efecto es atribuible a las condiciones de pobreza y a la concentración de la población que se generaron a partir del proceso de acumulación originaria. Entre los años de 1525 y 1850, la población no se concentraba en las mismas proporciones en San Salvador, pues contaba con tierras comunales y ejidales para asegurar su reproducción.

Los dinamismos y los sismos de principios del presente siglo, aumentaron la vulnerabilidad al estimular el abandono de antiguas casas unifamiliares para ser convertidas en mesones, con el agravante de que presentaban deterioro infraestructural. Al mismo tiempo, la concentración de actividades en San Salvador expandió enormemente sus límites y la población bajo riesgo asentada en ella.

Los desastres surgen, en mayor medida, por la forma en que se extrae el excedente económico; por ende, su mitigación no es posible a partir de medidas aisladas, pues éstas terminan convirtiéndose en apéndices del sistema económico y social imperante o, inclusive, en componentes de una estrategia de transformación del aparato productivo que se basa en requerimientos absolutamente mercantiles.

La mitigación de desastres sísmicos en San Salvador requiere de medidas integrales, que armonicen las actividades productivas con el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, además de una planificación más cuidadosa del desarrollo urbano que desconcentre las actividades sociales de lugares que presenten riesgo a fenómenos naturales.

La adopción de los mecanismos de mercado ha provocado una multiplicación de la vulnerabilidad, que sólo puede revertirse incorporando los mismos mecanismos a las actividades de protección contra desastres.

1 FUENTE : BROWNING, 1982: 155 Y 265

2 FUENTE: BROWNING, 1982: 146 Y 147

CUADRO 1: POBLACIÓN DE EL SALVADOR

ÚÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÂÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ¿

³ Año Habitantes ³ Año Habitantes ³

ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ´

³ 1524 130,000 ³ 1878 554,785 ³

³ 1551 60,000 ³ 1882 612,943 ³

³ 1570 77,000 ³ 1887 664,513 ³

³ 1770 132,092 ³ 1892 703,000 ³

³ 1778 146,684 ³ 1899 758,945 ³

³ 1796 161,035 ³ 1910 986,537 ³

³ 1807 200,000 ³ 1917 1,120,537 ³

³ 1821 250,000 ³ 1930 1,459,594 ³

³ 1855 394,000 ³ 1940 1,787,930 ³

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Fuente: Barón, 1942:516 y 537.

CUADRO 2: POBLACIÓN DE LAS CIUDADES MÁS IMPORTANTES

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³Año/ciudad³ San Salvador ³ Santa Ana ³

ÃÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÅÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄ´

³ 1586 ³ 750 ³ -- ³

³ 1768 ³ 8,048 ³ -- ³

³ 1807 ³ 12,059 ³ -- ³

³ 1821 ³ 15,000 ³ 12,000 ³

³ 1852 ³ 25,000 ³ -- ³

³ 1887 ³ 30,000 ³ -- ³

³ 1892 ³ 30,000 ³ 33,000 ³

³ 1905 ³ 50,304 ³ 50,854 ³

³ 1930 ³ 89,281 ³ 41,210 ³

ÀÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÁÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÄÙ

Fuente: Barón, 1942:221, 341, 363, 497,

522 y 538.

ANEXO: BREVE CRONOLOGÍA SÍSMICA DE LOS EVENTOS QUE HAN OCASIONADO

DAÑOS CON EPICENTRO EN EL ÁREA METROPOLITANA DE SAN SALVADOR

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Fecha Características generales

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1524 Primera ruina de la que se tiene noticia, ocurrida en San Salvador

1575 (mayo 23) Violento terremoto arruina San Salvador. Cáceres ubica el foco en la sierra de Texacuangos, donde se produjeron numerosas grietas y derrumbes

1581 (dic. 1927) Violento terremoto arruina San Salvador

1593 Terremoto arruina San Salvador severamente

1594 Erupción del volcán de San Salvador, acompañada de temblores

1625 Violento terremoto causa daños en San Salvador, recientemente reconstruido

1648 (noviembre) Ruina de San Salvador

1650 Violento terremoto arruina nuevamente San Salvador

1656 Se inician una serie de fuertes temblores que culminan con la erupción de 1658

1658 (nov. 3) Erupción del volcán de San Salvador, arrojando lavas conocidas como "Mal País"; acompañada por un fuerte terremoto

1662 Erupción de cenizas del volcán de San Salvador

1671 (agosto 24) Nueva erupción de cenizas del volcán de San Salvador, acompañada de un violento terremoto llamado de San Bartolomé

1707 Ruina completa de San Salvador

1730 Violento terremoto en San Salvador

1765 (abril) Temblores causan daños en San Salvador y poblaciones aledañas

1798 (febrero 2) Un terremoto violento destruye San Salvador

1806 Ruina de San Salvador, acompañada de una erupción del volcán de San Salvador

1814 (octubre) Temblor ruinoso en San Salvador

1815 (agosto 20) Gran temblor de San Salvador

1839 (marzo 22) Gran terremoto conocido como "Del viernes de Dolores", causa muchos estragos en San Salvador

1854 (abril 16) Terremoto en San Salvador conocido como "Del Domingo de Resurrección", traslado provisional del Gobierno Central hacia la ciudad de Cojutepeque

1873 (marzo 19) Un gran temblor demolió en menos de 5 segundos toda clase de construcciones en San Salvador

1879 (diciembre) Serie de temblores produciendo daños en la margen sur del lago de Ilopango, iniciando luego una extrusión de lava en el fondo del lago, produciéndose erupciones de vapor y cenizas en las islas Quemadas

1891 (sept. 8) Terremoto severo en San Salvador

1917 (junio 7) Terremoto acompañado de una violenta erupción de el volcán de San Salvador

1919 (abril 28) Temblor repentino afecta severamente San Salvador y ciudades periféricas

1965 (mayo 3) Terremoto causa severos daños en San Salvador y alrededores

1986 (oct. 10) Violento terremoto causa severos daños a la ciudad de San Salvador y barrios periféricos

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Fuente: Martínez, 1978:1-40 y Álvarez, 1987:1.

BIBLIOGRAFÍA

PUBLICACIONES PERIÓDICAS:

La Prensa Gráfica, 1917-1935.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

ÁLVAREZ, SALVADOR 1987 Informe técnico-sismológico del terremoto de San Salvador del 10 de octubre de 1986, Centro de Investigaciones Geotécnicas, Ministerio de Obras Públicas, San Salvador. BAIRES, SONIA Y MARIO LUNGO 1989 "San Salvador (1880-1930): la lenta consolidación de la capital", en: Silvia Dutrénit, coord., El Salvador, Nueva Imagen, México, pp. 338-363. BARBERENA, SANTIAGO 1977 Historia de El Salvador. Época antigua y de la conquista, 3a. ed., Dirección de Publicaciones, San Salvador. BARÓN CASTRO, RODOLFO 1942 La población de El Salvador. Estudio acerca de su desenvolvimiento desde la época prehispánica hasta nuestros días, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo, Madrid. 1989 "Evolución de la población durante el siglo XIX", en: Silvia Dutrénit, coord., El Salvador, Nueva Imagen, México, pp. 216-239. BROWNING, DAVID 1982 El Salvador, la tierra y el hombre, 2a. ed., Ministerio de Educación, Dirección de Publicaciones, San Salvador. CASTILLO, LIDIA y NAPOLEÓN CAMPOS 1991 Desastres por actividad sísmica y vulcanológica, Serie "Los desastres en El Salvador: una visión histórico social", vol. I, Centro de Protección para Desastres, San Salvador. CEPEDA, MAURICIO 1992 "Sismología e ingeniería antisísmica su proyección nacional en la industria de la construcción", en:Memoria del segundo congreso de Ingeniería, Centro Nacional de la Productividad, San Salvador, pp. 5-27. GARCÍA, MIGUEL ÁNGEL 1958 San Salvador, desde la conquista hasta el año de 1899, en lo político, social, ciencias, letras y bellas artes, Imprenta Nacional, San Salvador. GARCÍA ACOSTA, VIRGINIA 1991 "Enfoques teóricos para el estudio histórico de los `desastres naturales'" en: Virginia García Acosta, coord., Estudios históricos sobre desastres naturales en México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México, pp. 19-31. GARCÍA DE PALACIO, DIEGO 1921 "Carta dirigida al Rey de España. Año de 1576", en: Colección de documentos importantes relativos a la República de El Salvador, Imprenta Nacional, San Salvador, pp. 15-43. LARDE Y LARÍN, JORGE 1978 El Salvador: inundaciones e incendios, erupciones, y terremotos, vol. I, Academia Salvadoreña de la Historia, San Salvador. MARTÍNEZ, MAXIMILIANO 1978 Cronología Sísmica y Eruptiva de la República de El Salvador, a partir de 1520, Centro de Investigaciones Geotécnicas, San Salvador. MASKREY, ANDREW 1989 El manejo popular de los desastres naturales. Estudios de vulnerabilidad y mitigación, ITDG, Lima. MARTYN, PERCY 1985 El Salvador del siglo XX, UCA editores, San Salvador. MENJÍVAR, RAFAEL 1980 Acumulación originaria y desarrollo del capitalismo en El Salvador, Editorial Universitaria Centroamericana, Costa Rica. MINISTERIO DE PLANIFICACIÓN 1986 Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples, Unidad de Investigaciones Muestrales, San Salvador. 1992 Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples, Unidad de Investigaciones Muestrales, San Salvador. 1993 Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples, Unidad de Investigaciones Muestrales, San Salvador. MONTESSUS DE BALLORE, FERNANDO 1884 Temblores y erupciones volcánicas en Centro-América, Imprenta del Doctor Francisco Sagrini, San Salvador. OLIVER-SMITH, ANTHONY 1994 "Perú, 31 de mayo, 1970: Quinientos años de desastres", en: Desastres & Sociedad, II:9-22. PINEDA, JUAN 1925 "Descripción de la provincia de Guatemala", en: Anales de la Sociedad de Geografía e Historia, I:275-384, Sociedad de Geografía e Historia, Guatemala.

NOTAS

  1. Ministerio de Planificación, 1993:61
  2. Ministerio de Planificación, 1986:53
  3. Larde y Larín, 1978.
  4. Montessus de Ballore, 1884 y Martínez, 1978.
  5. Browning, 1982.
  6. Barón, 1942.
  7. Baires y Lungo, 1989.
  8. Otro traslado de la ciudad se suscitó en 1854, debido a las dinámicas de transformación social que generó; a esto nos referiremos con mayor detalle más adelante.
  9. Browning, 1982:79.
  10. Browning, 1982:224.
  11. Browning, 1982:32.
  12. Barón, 1942:187.
  13. Browning, 1982:59.
  14. Barón, 1942:275.
  15. Barberena, 1977:25.
  16. Barón, 1942:338.
  17. Barón, 1942:265.
  18. Barón, 1942:211 y 237.
  19. Larde y Larín, 1978:51-52.
  20. Larde y Larín, 1978: 51-52; Álvarez, 1987:13; Montessus de Ballore, 1884:18-19.
  21. Montessus de Ballore, 1884:21 y 23.
  22. Larde y Larín, 1978: 51-52.
  23. Larde y Larín, 1978:53-54.
  24. Larde y Larín, 1978:53-54.
  25. Maskrey, 1989:38-39; Oliver-Smith, 1994:13-15.
  26. Barón, 1942:336.
  27. Barón, 1942:361.
  28. Barón, 1942:502.
  29. Browning, 1982:78-79.
  30. Browning, 1982:78-79.
  31. Larde y Larín, 1978:53.
  32. Pineda, 1925:354.
  33. Browning, 1982:80-83.
  34. Testimonio de Fray Antonio de Remesal, citado por Larde y Larín, 1978:52.
  35. Testimonio del procurador Don Francisco Díaz, citado por Larde y Larín, 1978:54.
  36. Larde y Larín, 1978:53.
  37. Larde y Larín, 1978:53.
  38. N. Squier, citado por Montessus de Ballore, 1887:64.
  39. N. Squier, citado por Montessus de Ballore, 1887:64.
  40. Larde y Larín, 1978:133; Martínez 1978:21.
  41. Larde y Larín, 1978:133.
  42. La Prensa Gráfica, 9 de junio 1917:1.
  43. La Prensa Gráfica, 2 de mayo 1919:1.
  44. La Prensa Gráfica, 28 de abril 1919:1.
  45. Larde y Larín, 1978:95-96.
  46. Larde y Larín, 1978:98.
  47. La Prensa Gráfica, 16 de enero de 1923:3; 13 de abril de 1926:2; 6 de febrero 1935:2 y 19 de noviembre 1935:3, respectivamente.
  48. Browning 1982:238.
  49. Menjívar, 1980:32-33.
  50. Browning, 1982:165, 173 y 183; Menjívar 1980:110.
  51. Baires y Lungo, 1989:358 y 361.
  52. Cabe aclarar que, en el caso de Santa Ana, no pudieron obtenerse datos de población urbana para antes de 1821 y algunos años subsiguientes.
  53. Menjívar 1980:55-84.
  54. La Prensa Gráfica, 18 de junio 1917:6.
  55. Además del intento del año 1671, se conocieron mociones de trasladar la ciudad después del terremoto de 1839.
  56. Browning, 1982:295.
  57. Legislación Salvadoreña del Café, en: Browning, 1982:256.
  58. Browning, 1982:297-299; Menjívar, 1980:88, 109-110.
  59. Browning, 1982:298-299.
  60. Barón, 1942:534.
  61. Barón, 1942:523 y 533; Barberena, 1977:127.
  62. Baires y Lungo, 1989:353.
  63. Baires y Lungo, 1989:353.
  64. Baires y Lungo, 1989:354.
  65. Baires y Lungo, 1989:357.
  66. Los terremotos de 1965 y 1986 provocaron los mayores daños y número de víctimas en los barrios antiguos de la ciudad, compuestos en su gran mayoría por mesones.