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Prologo : DesEnRedAndo, Un Son en Dos Tiempos

El Enredo

Llegar al anochecer a una encrucijada de caminos de selva, desierto y montaña es re encontrarse en el presente con el futuro potencial de múltiples pasados. Mirando hacia atrás las rutas que confluyeron en la encrucijada extienden por todos lados hacia horizontes lejanos no solo en el espacio sino en el tiempo. Las coordinadas de aquella encrucijada son encriptado en fractales que extienden desde el presente hacia el pasado y desde el centro de la encrucijada hacia el horizonte. Coordinadas precisas e irrepetibles en las cuales se resumen y se condensan rumores de sueños y amores, realizados y consumados ; encuentros azarosos que cambian rumbos y vidas ; alegrías y tristezas ; texturas y colores ; en fin sintetizan en el lugar e instante de la encrucijada el proceso asimétrica y asincronica de convergencia en ella. Las coordinadas de LA RED.

Sin caminos no existe encrucijada y sin encrucijada no se encuentran nunca los caminos. Desde el sur del Río Bravo ; desde los suaves oleajes del Caribe ; desde los desiertos lunares y selvas enmarañadas del Pacifico ; desde ciudades encabalgadas sobre la cordillera de los Andes ; desde el Río Plata y el sertao ; solo un observador sensible y experimentado hubiera podido divisar las primeras pisadas sobre la arena mojada. Pisadas que hacen trochas que se vuelvan caminos que con el tiempo se encuentran, se desencuentran y se vuelvan a encontrar. Caminos que en el momento preciso confluyeron en la encrucijada. Desde las fronteras remotas del conocimiento, con pies de pionero puestos en la humedad tibia de la arena, empezaron a rodar los montajes en escena de historias y guiones individuales. Historias asincronicas, historias asimétricas, viajes sin brújula, pero con una dirección común : la encrucijada, desenlace de los sueños. Punto de encuentro ; alto en el camino ; espacio de reflexión para tomar conciencia del territorio recorrido ; concentrador de todas las energías acumuladas desde aquellas primeras pisadas.

Atrapados en coordinadas dos dimensionales y estáticas, enmarcadas en organigramas y estructuras jerarquicas y rígidas, enclavados en territorios áridas y estériles, circundado por espejos que dan la ilusión de que lo que se ordena adentro se repite y se aplica afuera ; los paradigmas formales de preparativos para desastres y de manejo de emergencias, de soluciones ingenieriles a problemas escurridizas, de cálculos de costos y beneficios de la mitigación no se daban cuenta hasta el día en que los espejos empezaron a rajarse. Aquellos espejos en los cuales los paradigmas formales miraban a sus propias realidades virtuales. Al otro lado de los espejos, visible a través de las rajaduras, extendía un territorio en sombra, de dimensión y topología desconocida para los guardianes de los paradigmas formales. Un territorio al principio imperceptible, pero que se va revelándose conforme uno se adentra en ellas, un territorio multicolor, de calores intensos y fríos siderales, de alturas y llanuras, de tierra mojada y arenas abrasantes : el mundo alucinante de los desastres en América Latina.

Visto desde el espacio, desde los receptores de los satélites, desde los movimientos de los sismógrafos y desde las realidades virtuales encasilladas tras los espejos rajados, no se percibían las trochas incipientes que se iban abriendo en la montaña ni tampoco el humo de las fogatas prendidas en los primeros encuentros, donde las trochas se enlazaban en algún claro del bosque o oasis del desierto, fogatas efímeras en cuyas cenizas se borraban los rastros de reuniones fugaces. Pasaron desapercibidas las primeras investigaciones parciales y exploratorios ; las presentaciones solitarias en seminarios absurdos ; las ediciones locales que circulaban casi clandestinamente entre grupos reducidos de iniciados ; los primeros intentos de convivencia con los habitantes del territorio, donde se aprendía a comunicarse en lenguas que se desconocían en las ciudades de los espejos. Escondidos entre cadenas de montañas o envueltos en las brumas y neblinas de amaneceres tropicales, nadie veía estos primeros encuentros, pero sus ecos y vibraciones dejaron huellas : huellas en forma de fractales en las cuales ya existía un ritmo implícito e incipiente. Un ritmo que con el tiempo se perfilaba y se complicaba excitando y erotizando el territorio, ordenando en forma implícita los sueños y los deseos de horizonte a horizonte. Permeados y energizados por el ritmo, se multiplicaron los encuentros conforme que el azar encontraba su direccionalidad. De las miradas se pasaba al tacto, piel rozando piel. El orgasmo crecía en intensidad . Pisadas en trochas y caminos marcando un son contagiosos e inconfundible. Como una araña de mezcalina tejiendo silenciosamente una red invisible de hilos conectores, se construían redes de canales sinuosos, a través de las cuales fluía sangre hacia y desde una encrucijada aun por divisarse. Arrastrado por la fuerza del ritmo, en Limón se encontraron los encuentros y como la vida, cuando se da cuenta de su propia existencia, la telaraña se convirtió en LA RED.

De Limón a Cali ; de Puerto Escondido a Cartagena ; de Tarapoto a Esmeraldas ; de Joao Pessoa a Miami, como un baile vuelto rumba, se crecía y se tupía la telaraña, generándose sinergías y reacciones en cadena . Se multiplicaban investigaciones y seminarios ; libros y revistas ; centros de documentación y declaraciones ; proyectos e iniciativas de colaboración : estrellas fugaces que iluminaron el cielo y fracturaron las murallas de espejos , inundando con luz y sonido a los mundos grises en su interior. Enigmático pero potente, extraño atractor, el son de LA RED, ordenaba y asimilaba a los otros ritmos que encontraba a su alrededor como olas acomodándose a la rugosidad de una pena costera para luego regresar al mar. Investigadores incorporándose en proyectos ; trabajos con comunidades permeados por los ideas y conceptos de LA RED ; lectores fantasmas de libros y revistas que circulaban en forma aleatorio por la telaraña ; funcionarios públicos e internacionales mirando por primera vez por encima de las astillas de espejo roto ; como fractales de una telaraña mayor, se formaban nuevas trochas que conducían a LA RED. De conversaciones casuales en bares y parques ; de mensajes en botellas varados en playas distantes ; del recuerdo de los sueños ; el tejido de la telaraña se enmarañaba y se espeso.

Desde las Antillas y los andes, desde universidades y ministerios, desde centros de investigación y organismos internacionales, surgían rumores de que LA RED si existía. Desde los cuatro puntos cardenales, llegaron conocidos y curiosos buscando el centro de la telaraña. Como las expediciones en busqueda de El Dorado, sin poder ver el bosque por los arboles, se compartían mapas y croquis de organigramas y estructuras, se contaban historias fantásticas e inverosímiles de miembros y carnets y se sonaban con capítulos nacionales y mesas directivas. Alucinaciones y espejismos que a veces literalmente hacían humo en el silencio claustrofobico de la selva. Nunca encontraron a la encrucijada porque aun no existía. A los ideas hay que esperar que llega su tiempo y la encrucijada aun permanecía escondida tras cordilleras escarpadas. Sueños adelantadas de formalidad que evaporaron en humo en las paradigmas de las lluvias.

Pero en algún momento determinado hasta los caminos mas enredados encuentran a su destino, aun cuando todos los destinos son a la vez puntos de partida para nuevos viajes. Como centro virtual en construcción, conforme que convergían los caminos en el nexos de la telaraña se empezaba divisarse la forma de la encrucijada. Coordinadas fractales que siguieron cambiándose hasta el momento preciso de llegada. Consolidados en libros y revistas, ideas y conceptos, coordinadas reales y plausibles pero desde una lógica dos dimensional imposibles a descifrar. Reunido los viajeros, empezaba a oscurecer mientras que se prendía la fogata grande. Para unos un destino, para otros un punto de partida y para algunos nada mas que un alto en el camino. Se redactaba un acta que daba fe de haber llegada, de estar junto en la encrucijada. El son se pausaba y se recogía conforme se acercaba a la medianoche y se imponía el silencio del momento simultáneo de involucion y de evolución. Aquello punto misterioso y oscuro que resume todos los pasados vividos y todos los futuros para vivir. Solo faltaba esperar el amanecer.

El Desenredo :

Silencio en la encrucijada. Ha llegado la hora de empezar el desenredo. En la penumbra del amanecer se percibe solo implícitamente la dirección marcada por la brújula. Pasando por alto aquellos caminos seductores y lineales que parten hacia regiones ya frecuentados y destino previsibles, la brújula alocada nos lleva a trochas espirales de destinos inciertos e imprevisibles. Con la luz aun imperceptible de la alba, empiezan a desenredarse los caminos, apuntando a todas las direcciones y a ninguna. Se estiran los viajeros y se sacuda el letargo de la noche. Se inicia el camino: el segundo tiempo del son.

Los ideas y conceptos que se plasmaron y se consolidaron en el camino a la encrucijada empiezan a desagregarse nuevemente en instrumentos específicos. Alejándose de la encrucijada, los instrumentos se transforman en fractales de si mismos, iterándose continuamente mientras que se adentran en las montañas y se asimilan en el territorio circundante, en las múltiples y absurdas realidades de la gestión de los desastres en América Latina. Dejando atrás la seguridad resplandeciente y lisa del papel de los libros y revistas, las curvas simétricas y elegantes de la investigación académica, los instrumentos van adquiriendo rugosidad y complejidad, aumentando su escala fractal con cada sucesiva iteración. Los ideas idílicos y transparentes que en el camino hacia la encrucijada se consolidaron como gigantes nubes flotando inmunes sobre la realidad alucinante y multicolor de la América Latina de los desastres, ahora se estrellan contra las cordilleras, fragmentándose en aguaceros y lloviznas conforme el agua acumulado regresa a la tierra. Agua que, regando la tierra seca, se recrea y se procrea en la diversidad de paisajes que circundan los caminos. Por el rumbo espiral del desenredo, como exploradores adentrándose en territorios poco conocidos, guiados mas por rumores que por la seguridad cartesiana y mentirosa de los mapas, asimilándose a la geografía y a la cultura como la mejor garantía de conservar la identidad, los instrumentos aprenden el arte difícil de sobrevivir. Fragmentándose y recomponiéndose en los encuentros y desencuentros de la practica, muriéndose sin poder sostenerse o echando raíz y asimilándose, los instrumentos se despliegan en todas las direcciones hacia horizontes lejanos a los cuales jamas llegaran.

Desechando la seguridad de los grandes movimientos sinfónicos europeos, donde cada nota encuentra su ubicación en la evolución de un gran diseño trazado con detalle y precisión, el son de LA RED, parece mas a la filosofía y estructura de la música de origen africana : el blues ; el son ; el reggae ; la cumbia ; el jazz y el soukous. Sobre una patrón cíclico pero fractal, sensual como el piel pero dura como el acero, abriéndose a constantes iteraciones de tiempo y de intensidad, se construyan movimientos poliritmicos y asimétricas, de líneas sinuosas y elásticas. Nutriéndose del patrón, se generaran danzas fractales e iterativos en las cuales cada nota pura se fragmenta, estirándose en el tiempo para luego recogerse a seguir el movimiento. Sin nunca alejarse del groove , los instrumentos se abren los brazos a los paisajes de riesgo, erotizandose con ellas. La improvisación se define como garantía de seguridad, acomodándose y asimilándose a la infinita variedad de paisajes que se atraviesan con la convicción de que la longevidad se encuentra en la flexibilidad mas no en la resistencia y la dureza.

Sistemas de inventarios de desastres ; programas académicos para la educación de los profesionales de los desastres ; esquemas de capacitación para actores locales quienes viven los escenarios de riesgo y quienes asumen la gestión de ellos ; instrumentos incipientes y virtuales que se despliegan de la encrucijada. Programados y secuenciados sus patrones rítmicos ; serán en los municipios, en las oficinas de gestión de desastres, en las universidades, en las comunidades y en todos los demás vericuetos de la puta realidad donde se agregan texturas, colores y formas. Instrumentos para dibujar e imaginar. Instrumentos para sonhar y tocar. Instrumentos para crear y desechar. Sobretodo instrumentos útiles para los que tienen capacidad de imaginar, sonhar y crear. Instrumentos que no sirven a aquellos quienes aun no se atrevan a abandonar las ciudades de los espejos, en cuyos manos volverán cascarones estériles y inutilizables, oxidándose en los cementerios de los paradigmas obsoletos. El son del segundo tiempo no es para un oyente pasivo sino para los dispuestos a imaginar y crear instrumentos propios; incorporando y recreando a los patrones de LA RED en esquemas heterogéneas y particulares a cada realidad. Instrumentos de gestión de los desastres para armar ; sus puertas abiertas a la imaginación, dispuestos a tomar rumbos sorpresivos, no prefiguradas y de destino incierto ; instrumentos para la gestión de los riesgos, dispuestos al riesgo.

En la encrucijada, para algunos, aquello orden momentáneo de la noche aparenta solidez y permanencia. El descanso es tan rico y necesario como la transición entre día y noche. El desenredo, sin embargo, es tan inevitable y natural como el amanecer de cada día. Cada uno de los múltiples caminos partiendo de la encrucijada se bifurca. A su vez, las bifurcaciones se cruzan, se obstruyan y se vuelvan a bifurcar. De la oscuridad envolvente y sagrado de la noche nacen múltiples oportunidades para seguir recreando LA RED. Los instrumentos, los esquemas, los ideas y conceptos que no atrevan a dejar la seguridad virtual de la encrucijada están condenados de antemano a una degradación lenta pero inevitable, construyendo sus propias murallas de espejos para desengañar a la esterilidad y la vejez. En DesenRedando, el pequeño texto que Ud. querido lector tenga en mano, no pretendemos darte las ilusiones propias de respuestas a preguntas que aun no hemos terminado de formular. No pretendemos describir el destino de cada uno de los hijos que sale del presente manifiesto de procreación. Nuestra cartografía del territorio en el cual pretendemos adentrarnos es incipiente e incierto. No tenemos guías y manuales, solo llevamos brújula y nuestra intuición. DesEnredando no es un mapa, es una invitación para hacer cartografía, para triangular alturas y distancias, para traspasar cordilleras y para conocer mares y selvas lejanos. En el viaje darán con la sorpresa de que conforme avanzamos cambia no solo el destino sino también el punto de partida. La cartografía real nunca se asemeja a la cartografía imaginada ni tampoco a si mismo. Todos los caminos conducen a un sitio que no es ningún sitio pero que a la vez es la suma de todos los destinos posibles.

En el camino que van a recorrer experimentaran éxitos y fracasos ; alegrías y tristezas ; amores y decepciones. Nuestros instrumentos les van pueden tanto útiles como inútiles ; encantadores como desencantadores ; estimulantes como aburridos. El clave para descifrar las coordinadas encriptadas en fractales que fue, es y será LA RED esta en tus manos querido lector. Desde nuestras actuales coordinadas en el universo; desde los Andes, la Amazonia, el Caribe y el Pacifico ; desde desiertos y selvas, megalopolis y pueblos, autopistas y trochas ; bares y cantinas, parques y barracas ; desde los fractales encripatados de LA RED, les deseamos suerte en el viaje que van a emprender, despidiéndonos por ahora hasta alguna oportunidad en el próximo milenio.


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